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DE ADVIENTO.
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de notarse sus palabras:
Ut qui scepius non communicat,
singulis saltem dominicis diebus in Qundragesima corpus
Domini sumant, ac prrrterea diebus dominicis Adventus.
San Cárlos, á mas de lo dicho, expidió á sus diocesa–
nos una carta pastoral en lengua vulgar, en donde les di–
ce, que si el Adviento era de seis semanas en la iglesia de
Milan, debían en élla disponerse para recibir al Hijo de
Dios , que viene del seno del Eterno Padre á la tierra pa–
ra conversar con no otros: que asímismo debían todos
los días del Adviento hurtar algun tiempo
á
las otras ocu–
paciones para meditar en secreto quién es el que viene,
de dónde viene , cómo viene , qtüénes son lo hombres
para los cuales viene; en fin , cuáles on los motivos,
y
cuál debe ser el fruto de su venida: que deben disponer–
se para recibirle, deseando su venida con el mismo ar–
dor que los prtfetas
y
los justos del antiguo Testamento,
y
purificándose por la confesion, por el ayuno
y
por la
comunion. Les enseña que en lo antiguo se ayunaba todo
el Adviento, como si todo este tiempo fue ra vigili¡ de
Navidad, por pedir la excelencia, la santidad
y
la cele–
bridad de esta fiesta una preparacion tan grande
y
una
tan prolongada vigilia: los exhorta
á
ayunar algun dia n
la semana en el Adviento, 6 muchos días segun la devo–
cion de cada uno; á repartir mas abundantemente sus o–
corros
y
limosn as en un tiempo en que la ca ridad del Pa–
dre Eterno nos dió
y
nos da at'.in todos los años su pro–
pio Hijo, corno un tesoro infinito de todos lo
~ienes
y
c0mo una fuente inagotable de gracias
y
de miseri ordia:
que debían dedicarse mas que en otro tiempo á las bue–
nas obras
y
á
la leccion de los libros devoto : en fin, que
debían disponerse de tal suerte para este primer adviento
del Hijo dl! Dios , que pudie en esperar su segunda ve–
nida , no solamente sin temor, sino tambien con aquella
paz
y
al~gría
que acompañan siempre
á
la buena con–
ciencia Esta es en cbmpendio la admirable in truccion
de san Cárlos ., el .cual, informando
á
los pueblos. mas
con su exemplo que con sus pa1abra , obligó
á
todos
los ecle iásticos de su casa
á
comer de absti tlencia todo
el Adv iento egun la antigua costumbre de los eclesiás–
ticos , dicen las Actas de ·la igle ia de Milan :
Per Ad–
vemu11' autem secundi'ern antiquam ecclesiasticorum ho-
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