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DE ADVIENTO.

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ligion grita, se piensa con rectitud, todo se ve como

es

en sí. ¡Buen Dios, qué hermoso punto de vista· es el le–

cho de la muerte ! Desde allí se ve con la persuasion mas

íntima que tod-o lo criado, todo lo que deslumbra, todo

lo que pasa, no es sino vanidad. En el lecho de la muer–

te los mas grandes príncipes , los señores mas poderosos,

aquéllos que ocupan los mas altos puestos, se hallan

á

nivel con el mas vil esclavo. En el sepulcro,

i

qué que–

dará de aquellos magníficos palacios, de aquellos sober–

bios trenes , de aquellos tesoros amontonados á todas ma–

nos~

i

qué quedará de aquellos placeres buscados con tan–

ta ansia, de aquellos festines tan ruidosos , de aquellas

galas tan ricas, de aquel ayre, de aquel porte, de aque–

llas modales tan mundanas

y

tan halagüeñas

?

¡ Qué cosa

tan espantosa

y

de tanta desesperacion no hallar al tiem–

po de despertair sino mortajas , cenizas , sepulcro , eter–

nidad infeliz! La salvacion está cerca; quiere .decir, que

el momento decisivo de la salvacion eterna llega ya, que

el esposo llama

á

la puerta, que el padre de familias vie–

ne á tomar cuentas de los talentos entregados y

ent~ra­

dos , de este número de dias, de horas, de años casi to–

dos desperdiciados. La salvacioa

está

cerca. ¡Ah! nunca

estuvo mas lejos de muchas almas la salvacion eterna.

Aprovechémonos del consejo del Apóstol: este es el ver-

dadero ti!:!mpo de despertar

y

salir del sueño en que esta-

mos. La lglesia nos pone delante estas mismas palabras

al principio del Adviento para avivar en nosotros el espí-

ritu de piedad á las inmediaciones de esta grarf festivi-

dad, que se puede llamar la fiesta de nuestra salvacion.

Ha mucho tiempo que nació Jesucristo, y no obstante se

nos representa cada año como naciendo;

y

en el tiempo

que precede

á

la solemnidad de su nacimiento se nos dice

que nuestra salvadon está cerca.

i

Cuáles, pues, deben

ser nuestras disposiciones para que este divino Salvador

obre nuestra salvacion naciendo en nosotros?

Abjiciarnus

opera tenebrarum

:

Arrojemos lejos de nosotros las obras

de las tinieblas, que son las obras del pecado. Vistámonos

de Jesucristo ; copiemos en nosotros este divino modelo,

imprimiendo en nosotros la pureza, la inocencia,.la man–

sedumbre, la humildad, la sencillez, la caridad, la mor–

tificacion , la modestia, el desinteres

y

las demas virtu-