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6 -

HISTORIA

mira al.doming&·:

Die dominica

a

vespere usque ad vespe–

ram servetur,

dice el concilio de Francfort de 764. Des–

de las .vísperas del sábado, que son las primeras del do–

mingo, se daba de ·mano á todo juicio forense,

y

cesaban

todas las obras serviles. Los ministros de policía, confor–

mándose con los sagrados cánones

y

ordenanzas de los

príncipes, eran tan escrupulosos en hacer observar esta

ley, que al último toque de vísperas se veían cerradas to·

das las tiendas. Comenzando por las vísperas del oficio

del domingo, continuaba con el de la noche, la que pasa–

ban casi roda en la iglesia. De este modo se satisfacía

á

la santificacion del domingo, hasta que cesando de velar

por la noche,

y

prohibiendo la Iglesia por justas razones '

las juntas nocturnas, trasladó la festividad del domipgo

á

solo el dia civil, que dura de una media noche á otra;

conservando siempre el antiguo uso en el

11

oficio divino, -

que siempre empieza por las primeras vísperas que son la

parte mas solemne del oficio, el cual acaba en las V1Íspe–

ras

X•

compi etas del día siguiente.

Pero la Iglesia no se contenta con que celebremos el

domingo intermitiendo toda obra

servil;

quiere

mas:

nos

obliga

á

santificar

este dia con los mas santos exercicios

de religion y con la mas exacta práctica de todas las vir–

tudes cristianas. La observancia de la·ley no se encierra

toda en oir misa : pocos fieles babia que no comulgasen

antiguamente este dia,

y

ninguno se dispensaba de oir la

palabra

~e

Dios. La oracion, la leccion de los libros de–

votos, la meditacion, las buenas obras son las solas ocupa–

ciones gue convienen al domingo. Asímismo, para darnos

la Iglesia á conocer la solemnidad de este dia

y

distin–

guirle de todos los <lemas dias del año , ha dispuesto que

no

se

ayune en él,

y

que se suspendan los otros exerci–

cios exteriores de penitencia. Como el domingo es la me–

moria

y

la octava continuada del dia de la Resurreccion,

no quiere la Iglesia que ninguna cosa turo€ la alegría de

este misterio. La costumbre de orar en pie el dia de pas–

cua

y

en todo·el tiempo pascual es misteriosa. Por esta

postura quiere darnos

á

entt!nder la Iglesia, que habiendo

resucitado con Jesucristo, nada tenemos que:! ver con la

tierra:

Si consurrexistis curn Christo ,

qu~

sursum sunt,

quterite, quce sursum sunt, sapite, non quce super terrmn.