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DEL DOMINGO.
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los que moran en las ciudades
y
en los campos se juntan
en un mismo lugar, se les leen los escritos de los apósto–
les,
ó
lo libros de los profetas en cuanto el tiempo lo per–
mite :
Di solis urbanorum, ac rusticorurn ccetus fiunt, ubi
apostolorum prophetarumque literce, quoad fieri potest,
perleguntur.
Habiendo acabado el lector, toma la palabra
el sacerdote
ó
el obispo que preside,
y
hace una exhor–
tacion
á
los asistentes para animarlos
á
practicar lo que
han oido leer:
Verba facit adhortatoria ad imitationem.
Luego nos levantamos para orar en comunidad : acabada
la oracion, se ofrece el pan, el vino
y
el agua:
Quibus fi-
~
nitis, profertur panis
,
vinum et aqtta.
Despues de la con–
sagracion da el sacerdote la comunion á los que están pre·
sentes,
y
los diáconos llevan la divina Eucaristía á los que
no han podidct asistir:
lnde consecrata distribuuntur sin–
gulis, et absentibus mittuntur per diaconos.
En fin, antes
de separarse (añade el mismo Padre) los ricos contribu–
yen con la limosna que quieren para el alivio de los ne–
cesitados
y
para poner en libertad
á
los encarcelados.
Di–
tiores
,
si libeat
,
pro sua quisque voluntate conferunt pu–
pillis, viduis, vinctis, peregrinis.
Así se celebraba el san–
to dia del domingo en los primeros siglos de Ja Iglesia:
de todas partes concurrían en
tropa~
á la iglesia, asistian
á
la misa, todos comulgaban en élla, y oian el sermon, da-
•
han grandes limosnas,
y
pasaban el dia leyendo libros
devotos
y
en oracion. La ley de santificar de este modo el
domingo no está derogada: el precepto
todaví~. subsiste
en toda su fuerza;
i
pero santifican así el domingo los cris–
tianos de nuestros dias
~
Hermanos mios , escribía
á
los magnesios san Ignacio
mártir, discípulo de los apóstoles, vosotros no estais obli–
gados
á
observar el dia del sábado; pero no podeis dispen–
saros de guardar
y
santificar el domingo con los actos
mas perfectos de religion. San Dionisia de Corinto, san
Clemente alexandrino , Tertuliano , san Cipriano ,
y
los
<lemas santos ·padres de la primitiva Iglesia, son otros tan·
tos testigos de esta tradicion apostólica, y de la reli$iosa
observancia
y
tierna devocion'con que los fieles santtfica·
ban
y
celebraban el domingo.
La santificacion del domingo era observada tan reli–
giosamente por los primitivos fieles, que eri:111como el ca–
A
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