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DEL DOMINGO.

s

por medio de una ley , que se celebrara el domingo ·en

todo el imperio romano con una exactitud

y

una solem–

nidad singular, dispensando este dia á todos los soldados

cristianos de todas las funciones militares.

Y

aun llegó

á

mandar por un segundo edicto, que los soldados paganos

salieran este dia

á

campo raso para hacer todos juntos al

solo werdadero Dios la oracion que les estaba ordenada;

queriendo por este medio que todos los pueblos que le es–

taban sujetos, reverenciaran y guardaran religiosamente

el domingo:

Cunctis sub imperio romano degentibus prce–

cepit, ut dominico die feriarentur.

Creyó el piadoso Em–

perador que la ley del príncipe, escoltada del temor del

castigo corporal, serviría para hacer guardar con ma–

yor exac titud la ley de Dios sobre la observancia del do·

mingo.

A la

verd~d,

la solemnidad del santo dia del domingo

siempre ha sido mirada por los fieles como una de las

obligaciones mas esenciales que prescribe la religion,

y

co–

mo una ley sagrada respetafüe. Dios, como su

pre~

Se–

ñor, podía mandar que todos los días de la semana se con·

sagraran únicamente al culto divino; pero no habiéndose

reservado mas que uno, quiere que todo este dia se dedi–

que á su servicio. No solamente está prohibida en él toda

obra servil sopena de pecado, sino que quiere á mas. de

esto que todo el dia sea santificado con exercicios de re–

ligion

y

con prácticas de buenas obras. San Teodoro de

Cantorberi dice que en domingo

~o

se fletaban imbarca–

ciones , no se caminaba , no se escribía para el público.,..–

no se traginaba, ni se llevaba carga sino es que fuese pa·

ra llevar á la iglesia

á

los que no podían ir

á

pie , ni se

cocía pan. La obligacion de no trabajar el domingo es

tan antigua como la subrogacion de su fiesta

á

la del sá–

bado. Por espacio de muchos años c·omenzó la solemnidad

del domingo,

y

por consiguiente la cesacion de toda

obra 'servil desde las vísperas del sábado hasta las segun–

das vísperas del domingo,

á

ex~mplo

de los judíos,

á

quie–

nes había mandado Dios que guardaran el sábado desde

la tarde del dia antecedente hasta la del siguiente:

A ves–

pere usque ad vesperam celebrabitis sabbata .vestra.

Ja–

mas parecieron los judíos tan exactos en observ'ar este

mandamiento , como lo fueron los cristianos por lo que

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