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DE CENIZA.
217
efecto no ·debe producir esta práctica de ·religion ! ¡qué
desprendimiento de la vida! ¡qué disgusto de los bienes
criados! ¡qué indiferencia por las dignidades mas sublimes
y
brillantes!
i
Se puede ver este puñado de ceniza, imágen
verdadera de lo que serémos un dia; se puede oir e ta sen–
tencia, este oráoulo terrible, cuyas amenazas se verifica–
rán bien presto en nosotros , sin que nuestro orgullo que–
de humillado, sin que nuestra sensualidad sea condenada,
sin que nuestros ambiciosos proyectos sean confundidos,
sin que nos avergoncemos y tengamos un verdadero pesar
de haber hecho tanto aprecio de las engañosas comodida–
des de la
vida~
i
qué remedio mas saludable para humillar
al hombre, que estas cenizas esparcidas sobre la
hincha~
zon del corazon humano? Ninguna cosa mas propia para
darnos
á
~onoc~
el falso resplandor,
y
el
lustre vano de
mil objetos enganosos ; ninguna mas á propósito para
en–
dulzar las
mas amargas adversidades de esta vida.
PUNTO
SEG UN DO.
Considera cuántos buenos efectos puede producir ·
ta
ceniza recibida en la cabeza con un espíritu de reltgion,
con un corazon contrito
y
humillado,
y
con las disposi–
ciones que pide esta santa ceremonia.
El
pensamiento
d
la muerte, inseparable de esta religiosa práctica, es el
primer efecto que produce: el monarca mas podct oso del
universo, el hombre mas dichoso del siglo morirá .,
' toda
esa pompa, esa grandeza, esa ma gestuosa
~
putae
, esa
tumultuosa felicidad que hace tantos envidiosos, todo es–
to se apaga
y
desvanece en el sepulcro. Id
á
ojear en esos
soberbios mausoleos, orgullosos monumentos de la vani–
dad mundana, no encontraréis en éllos sino un pequeño
puñado de cenizas, menos preciosas que la urna ' que las
encierra. Esto es lo que queda por último de esos grandes
príncipes, que han sido,
ó
son el terror ó la admiracion
de su
iglo. De.todos esos héroes de los siglos pasados, de
todos esos favorecidos de la fortuna por hablar el lengua–
ge de las gentes del mundo,
i
qué queda el dia de
hoy~
Unos pedazos de huesos calcinados; un puñado de ceniza
hedionda , y nada ma . Sé en hora buena mas poderoso,
mas
rico,
mas
feliz que ellos, tu suerte
no
será
ótra
que