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,

MIERCOLES

Ninguno hay que no quiera convertirse; porque aun esas

gentes der mundo, esos pecadores abandonados, esas mu–

geres mundanas , esos libertinos de profesion no querrian

morir

en desgracia de

Dios:

se quieren convertir, pero te–

men siempre

no

sea demasiado pronto si se convierten en

este instante,

y

no adviertén que la dilacion de la conver–

sion es el indicio

ma~

seguro, y una señal poco equívoca

de la impenitencia final.

Quien

vive con

un

deseo

inefi~

caz de convertirse, rara vez dexa de morir impenfrente.

Vos, Señor, convidais, vos solicitais á ese pecador á que

se convierta;

á

él no le place: cuando estuviere de humor;

esto es, cuando estuviere disgustado de·sus placeres; cuan·

do por una enfermedad, por la edad, ó por algun otro ac–

cidente no estuviere en estado de ofenderos; cuando se

viere al borde del abismo, adonde va

á

~r

precipitado;

cuando no fuere ya del gusto de los mulícfanos; cuando

para nada fuere bueno; cuando el mundo,

á

quien ha ser–

vido,

y

de quien ha sido esclavo, no quisiere ya sus ser–

v~·

~os;

entonces ese mundano rendido, ese pecador con–

su

Jdo , esa damisela ajada, envejecida

ó

desgraciada, ese

li

ino

arrojado de las asambleas profanas, de las parti·

das

e diversion, aborrecido de Babilonia, pensará con

frescura en tomar el camino de Jerusalen ,

y

en venir

á

ofrecer al Señor algunos miserables despojos de una vida

gastada

~

consumida. Dios es misericordioso ,

es

verdad,

y

aun e fodo misericordia; pero es justo, y no menos que

rniseri ../"dioso. ¿Y nos persuadirémos

á

que esas vueltas

forza'4s, á

q~~

esas pretendidas conversiones tardías sean

de un gran mérito para con él? El pecador jamas debe des·

esperar de su salvacion, aun en el caso que solo le qtieda·

se

un soplo de vida; aun entonces debe animarse, y poner

toda su confianza en aquél que ha hecho tan ·grandes gas–

tos,

y

ha muerto universalmente por todos los pecadores;

pero un pecador que es insensible á las amorosas solicita–

ciones de la gracia, que se endurece voluntariamente con·

tra todas las impresiones del Espíritu santo,

i

nada ten–

drá que temer ?

Convertíos

á

mi de todo vuestro corazon.

Quien dice de todo vuestro corazon , pide una conversion

entera, perfecta, si n division. Ninguna conversion es ver–

dadera, si no es de todo corazon. Reformar la profusion

de los vestidos, cercenar del juego, romper las amistades