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210

MIÉRCOLES

tendo de vosotros otra cosa muy distinta. Quiero que en

los días de ayuno os unjais la cabeza, os laveis la cara,

como acostumbrais hacerlo en los dias solemnes

y

de re–

gocijo, á fin de que baxo de un semblante alegre oculteis

la austeridad de vuestro ayuno : y si puede ser, no haya

otro que Dios, que sepa que ayunais, y aquéllos á quienes

debeis este buen exemplo, si es necesario. Esto es lo que

Dios quiere; esto es lo que aprecia: cuanto mas oculteis

de -los hombres vuestras penitencias, tanto mas pública y

·gloriosa será un dia la recompensa. Un cristiano verdade–

ramente penitente esconde con cuidado de los ojos de los

hombres los rigores á que se condena : como no ha ofen–

dido sino á su Dios,

á

él solo quiere agradar; aprecia en

poco las penas con que se aflige, y teme disminuir su mé–

rito si las expone

á

los ojos de los hombres. No obstante

esto, debemos hacer que los hombrertean testigos de

nuestra penitencia si por desgracia los hemos hecho testi–

gos de nuestros desórdenes. El escándalo no se repara si–

o con la conversion y la reforma de las costumbres.

1

En tiempo de duelo y de ayuno no se usaba el baño

:el perfume; y así Jesucristo no manda que se sirvan de

es'

J

cosas en el exercicio de la penitencia ; solo quiere

que estemos tan distantes de la afectacion de parecer ayu–

nadores, que parezcamos todo lo contrario, y que en lu–

gar de ayre triste y austéro de los fariseos, _nos mostre'–

mos

.!gres, 'afables y contentos. Quiere que obremos sin

afee ·¡:,;ion, sin vanidad, sin fausto, sin hipocresía.

Ne vi–

de

ts

tuum¿ejunium vendere hominibus,

dice san Ambro–

sio;

ne

videaris contristari

in

aninue tute salute:

Para que

no parezca que vendes

á

los hombres tu ayuno , por de–

cirlo así, y que trabajas en el negocio de tu salvacion con

tristeza y me1ancolía ; lo que harías "Si te revistieses de

un ayre sombrío y lloroso, el .cual dixera á cada úno que

ayunabas.

Otra flaqueza hay, prosigue el Salvador, bastante co–

mun en el mundo,

y

es la pasion desmedida de adquirir

y

amontonar haciendas. Al precepto del ayuno añade el Sal–

vador el del desprendimiento de los ·bienes terrenos, para

prevenir

~sí

el vil motivo de aquéllos que por una soez ava–

ricia no ayunan sino por ahorrar:

Sic

jejunemus,

dice san

A

gustin,

ut prandia nostra pauperibus erogemus;

para que