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'

MIERCOLES

mará de bienes

á

las almas verdáderame·nte penitentes.

El

estilo de este Profeta es pomposo, magnífico, vehemente,

expre5ivo, figurado,

y

al mismo tiempo vivo, penetrante

y

patético. L:i

~legoría

de las lango tas, comparadas

á

un

exército, está sostenida perfectamente. Sus pinturas son

vi–

vas : pinta las cosas,

y

como que las pone delante de los

ojos.

Scindite corda vestra,

dice,

et non vestimenta ves–

tra:

rasgad vuestros corazones,

y

no vuestros vestidos;

y

conver tíós al Señor vuestro Dios, porque es bueno

y

com–

pasivo, paciente

y

rico en misericordia:

Co11vertimini ad

Dorninum D eum vestr,um: quia benignus, et misericors est-,

patiens, et multa? misericordite , et prcestahilis super

mti ~

litice.

Dios es todavía mas misericordioso que nosotros ma–

los. Antiguamente era costumbre muy ordinaria nísgar

SU3

vestidos en el duelo,

y

en el transpo rte

~or.

Se ven

cien exemplos de esto en la Escritura. Pero Dios no se con–

tenta con estas señales equívocas de conversion , de dolor,

y

de arrepentimiento; quiere uná conversíon sincera, un

d nor interior, un corazon contr ito

y

q uebrantado de do·

l'

ie quiere la convers ion del corazon, la reformacion de

las ostumbres; pide frutos dignos de penitencia.

,Q,uis scit

si

convertatur?

?,Quién sabe si se dexará mover de nuestras

lágrimas,

y

si la vista de nuestra humillacion le incljnará

ácia

no~otros?

El Profeta expresa á un mismo tiempo las

t ~es

dij/,osiciones. que debemos tener

cu an~o

hacemos

p~nnenc#.. La conllanza es la bondad de Dios, la conlrt–

cio

sec

nuestros pecados'

y

la desconfianza en nuestros

propios méritos.

Canite tuba in

Sion.

Entre los hebreo<; se

anunciaban las fiestas

y

las juntas al son de trompeta, co–

mo está mandado en el capítulo décimo de los Números.

El Profeta exhorta

á

los gefes de la nacion ájuntar

el

pue–

blo,

y

en esta junta gene ral intimar un ayuno solemne,

y

excitar á todo el mundo,

y

en particular

á

los mini tros

del Señor, á aplacar 1a indignacíon de Dios con las lágri ·

mas

y

la penitencia.

L loren los sacerdotes , postrados entre

el v estíbulo

y

el

altm·,

dice,

llo.ren

y

clamen

:

Perdonad,

Señor

,

perdonad

á

vuestro pueblo

,y

no dexeis que vuestra

herencia sea el oprobio de

las

naciones, cayendo baxo de

su

dominacion. ?.Consentiréis, S eñor, que los extrangeros di–

!!ªn de nosotros: Dónde está su Dios? Et dicent: Parce,

Domine,

parce populo tuo:

et ne

des hcereclitatem tuam in