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-DE

CENIZA.

2 I I

el ahorro de nuestros ayunos entre en el tesoro de Jesu–

cristo por las manos de los pobres,

y

no se convierta en

alimento de nuestra a·varicia. Yo no os prohibo , dixo

á

sus discípulos, el que amontoneis grandes tesoros, con tal

que no sean tesoros de la naturaleza de aquéllos que se

amontonan sobre la tierra, los cuales consumen el herrum·

bre

y

la polilla,

y

os pueden hurtar los ladrones. No cui–

deis de juntar tesoros en otra parte que en el cielo, don–

de no hay polilla ni herrumbre que consuman; donde

no hay tampoco ladrones que caven y roben; donde los

biehes que se han atesorado, son inalterables, inamisibles

y

eterno§. Por otra parte si segun el antiguo proverbio,

donde está el tesoro, allí está el corazon,

z

no es mas justo

y

mas útil levantar sin cesar vuestro corazon al cielo, vues–

tra amada

patri~

que tenerle pegado

á

la tierra, que es el

triste lugar de vuestro destierro?

Explicando san Hilario estas palabras de Jesucristo,

dice: No pongais vuestro tesoro en la opinion

y

en las

alabanzas de los hombres; no espereis de éllos vuestra

i,i' -

compensa, esperarla de Dios solo.

¡Ay, y

qué poco

r

1

-

cionales son los hombres ,

y

qué poco conocimiento

1

1

-

nen de sus verdaderos intereses

!

Solo mostramos ardor

y

actividad por los bienes de la tierra, bienes falsos, frívo–

los, vacíos, bienes aparentes que nada tienen de durable,

que necesariamente nos los han de robar tardeó :- mpra–

no. ¡Ciegos de nosotros que no volvemos nuestros:¡ ·os

y

nuestros afanes ácia el cielo, ácia aquellas verdade

ri–

quezas, cuya posesion ha de ser eterna,

y

la~cuales

solas

pueden llenar para siempre nuestros deseos! El justo no

tiene apego

á

la vida, porque tiene por nada los bienes de

que goza acá abaxo; no ha trabajado , ni trabaja á toda

hora sino por el cielo ; en el cielo está su tesoro ,

y

por

consiguiente su corazon. ¡Qué sábio es el justo, qué cuer–

do, qué feliz en no aficionarse

á

las cosas de acá abaxo,

en donde es extrangero

y

peregrino;

y

en hacer pasar to–

do el fruto -de sus trabajos al cielo, su verdadera

y

eterna

patria

!

¡qué diferencia en la muerte entre el pecador

y

el justo

!

El corazon del pecador está pegado á la tierra,

y

es menester qµe la dexe; el corazon del justo está pues·

to en el cielo,

y

la muerte le abre la puerta. La palabra

tesoro,

dicen los intérpretes , significa no solo el dinero

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