-DE
CENIZA.
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el ahorro de nuestros ayunos entre en el tesoro de Jesu–
cristo por las manos de los pobres,
y
no se convierta en
alimento de nuestra a·varicia. Yo no os prohibo , dixo
á
sus discípulos, el que amontoneis grandes tesoros, con tal
que no sean tesoros de la naturaleza de aquéllos que se
amontonan sobre la tierra, los cuales consumen el herrum·
bre
y
la polilla,
y
os pueden hurtar los ladrones. No cui–
deis de juntar tesoros en otra parte que en el cielo, don–
de no hay polilla ni herrumbre que consuman; donde
no hay tampoco ladrones que caven y roben; donde los
biehes que se han atesorado, son inalterables, inamisibles
y
eterno§. Por otra parte si segun el antiguo proverbio,
donde está el tesoro, allí está el corazon,
z
no es mas justo
y
mas útil levantar sin cesar vuestro corazon al cielo, vues–
tra amada
patri~
que tenerle pegado
á
la tierra, que es el
triste lugar de vuestro destierro?
Explicando san Hilario estas palabras de Jesucristo,
dice: No pongais vuestro tesoro en la opinion
y
en las
alabanzas de los hombres; no espereis de éllos vuestra
i,i' -
compensa, esperarla de Dios solo.
¡Ay, y
qué poco
r
1
-
cionales son los hombres ,
y
qué poco conocimiento
1
1
-
nen de sus verdaderos intereses
!
Solo mostramos ardor
y
actividad por los bienes de la tierra, bienes falsos, frívo–
los, vacíos, bienes aparentes que nada tienen de durable,
que necesariamente nos los han de robar tardeó :- mpra–
no. ¡Ciegos de nosotros que no volvemos nuestros:¡ ·os
y
nuestros afanes ácia el cielo, ácia aquellas verdade
ri–
quezas, cuya posesion ha de ser eterna,
y
la~cuales
solas
pueden llenar para siempre nuestros deseos! El justo no
tiene apego
á
la vida, porque tiene por nada los bienes de
que goza acá abaxo; no ha trabajado , ni trabaja á toda
hora sino por el cielo ; en el cielo está su tesoro ,
y
por
consiguiente su corazon. ¡Qué sábio es el justo, qué cuer–
do, qué feliz en no aficionarse
á
las cosas de acá abaxo,
en donde es extrangero
y
peregrino;
y
en hacer pasar to–
do el fruto -de sus trabajos al cielo, su verdadera
y
eterna
patria
!
¡qué diferencia en la muerte entre el pecador
y
el justo
!
El corazon del pecador está pegado á la tierra,
y
es menester qµe la dexe; el corazon del justo está pues·
to en el cielo,
y
la muerte le abre la puerta. La palabra
tesoro,
dicen los intérpretes , significa no solo el dinero
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