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DESPUES DE CENIZA.

221

nazara que lo llevaria todo

á

sangte

y

fuego, burlándose

de la confianza que este religioso Príncipe tenia en Dios,

á

vista de las fuerzas de un monarca,

á

quien hasta enton–

ces ninguna potencia habia podido resistir. Ezequías, oyen–

do estas insultantes amenazas , recurrió á Dios ; y par1

implorar su ay uda, se vistió de un saco, fué al templo,

donde hizo que se leyera la carta blasfema de Senaquerib,

y

pasó un largo rato en oracion. El profeta lsaías mandó

decirle, que no temiera aquellas amenazas, y le prometió

que Dios pelearia por él. En efecto, habiendo

Senaque~· ib

puesto sitio

á

Jerusalen con un exército de mas de dos–

cientos mil hombres , envió

Dios

por la noche un ánge¡,

que mató ciento y ochenta mil hombres del exército de

este Príncipe con tododos gefes. Viendo Senaquerib por

la mañana

~~t

Tande mortandad, se retiró preci pitada–

mente

á

sus estados, dexando todo su equipage en poder

de aquéllos cuya ruina tenia poco ántes por cierta, y mi-

raba como cercana.

·

Admiró E zequías la mano omnipoten te del Djos

dt

los

exércitos en esta milagrosa mortandad del exércit( del

rey de los asir ios; pero Ja Escritura dice, que este r ín–

cipe no reconoció como debia el favor que Dios le babia

hecho, y que dexándose llevar del orgullo, le castig '

Dios, y le humilló; pe ro le castigó como padre, y su cas·

tigo fue para él una nueva prueba de la bondad de Dios.

Cayó Ezequías peligrosamente enfermo. Los juc','os quie–

ren que fue castigado por no haber dado solem

acc~o­

aes de gracias por un beneficio tan señala , y por no ha–

ber cantado un cántico de alabanzas al

Dios

de los exér–

citos despues de la derrota de Senaquerib,

á

imitacion de

Moyses , de Ana madre de Samuel, y de Débora. Sea de

esto

que fuere, Ezequías se encontró muy enfermo , y

su enfermedad se creyó mortal. Habiendo venido

á

visi–

tarle el profeta l saías, le dixo : Príncipe, oid lo que el

Señor me manda que os diga: no penseis en otra cosa que

en poner en órden los negocios de vuestra casa , porque

moriréis

y

no escaparéis de esta enfermedad:

D ispone do–

mui tute, quia morieris tu, et non vives.

Esta sentencia de

muerte, salida de la boca de un Profeta tan grande, cons–

ternó á este Príncipe, qüe solo llevaba hasta entonces ca–

torce años de reynado.• Volvió su cara ácia la pared para