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DESPUES DE CENIZA.

225

ci n infinita; tanto que el Centurion que mandaba la

guar~

nicion romana n Cafarnaum, vino á hablarle;

y

h

bién–

dole saludado con una profunda reverencia , dixo:

eñor,

tengo en ca a un criado que e tá

en

la cama paralftico,

y

padece grandes dolare • ¡Bella leccioa para

1

amo

cri tiano sobr

la caridad que deben tener con los do–

mé tico

!

Deben compadecerse de us males, buscar los

medio de aliviarle ,

y

no de cansar en lo 6tros, de mo–

do que no cuiden tambien per oaalmente éllo mismos;

pue aunque están puestos sobre lo que le irven , perte–

necen todos al mi mo amo.

U

en de

us

dere ho

obre

éllo , como qui i ran que Dios u ára de lo

uyo

obre

éllo . ¡Qué dureza el echar de ca a

á

los que han caído en·

fi

rmo en nuestro ervicio

!

Lo pagano se avergonzariaa

de hacerlo.

A

pre

1

Qded de este Cencurion pagano

á

obrar

como cristianós.

fo

iré á tu casa, le re ponde el Salvador,

y

curaré al enfermo. ¡Qué bien se conoce en e

to

la dispo·

sicion de

J

sucri to para aliviar nuestros males! Señor,¡ que

no tenga yo tanta ¡insia por la curacion

de

mi alma, c1

mo vo tendrais facilidad de decirme, si yo o

la pidi -

ra, yo iré

y

te curaré! Este,

ái

quien

J

ucri to quiere· tr

á

curar en pcr ona, e un simple qiado;

i

y

deberán los

ministros del eñor en las funcione de su mini terio hacer

mas di tincion del rico que del p,obre, del hombre de ca–

lidad que del jornalero, del amo que del

criado~

Vo ,

S

ñor, querei venir

á

mi casa.

¡Ah!

no

m~rezco

que vos me hagai esta honra,

ni

que os tomeis e

ba–

jo; solo con que digais una palabra ahí don

't

estai ,

es–

toy seguro que mi criado quedará sano; porque vo no re–

cibis las

rdenes de nadie, pue no ten i ótro que sea o–

bre vos. Toda la naturaleza o obedece como

á

su

obe–

rano dueño;

y

olo con que digai que un enfermo e cu–

rado, lo erá al

punto;

pue yo que no

s

y

in

uo ofi–

cial ubalcerno , olo con que diga á mi criados

y

á mi

soldad

: Venid aqu • id allá, haced lo

que

o mando.

soy

ed

id

,

in

r

pli

a

al

instante. Este razonami

nto

agrad

obr manera

al

al vador ,

y

no

pudo

d

x r

de

manifi

tar

u

admira ion. No es e to de

ir

que la admira–

cion qu mo tr na ie e de ignorancia

ú

de sorpr sa; pues

lo abi

t

d , lo pr

efa todo.

y

nada podia hac rle no–

veda .

E

ta admiracion apar nte

.ra

un

efecto

de

la x·

Tom.

J.

P