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. 'DESPUES DE LA EPJFANÍA.

u9

lia vivirian tranquilas, sino todo el mundo esta ria en paz.

¡Mas a

y!

¡con qué facilidad se rompe este nudo tan santo!

Este lazo de los corazones está desatado; la amistad pura

y

cristiana está el dia de

hoy

casi dester rada. del mundo.

Lo

que lo hombres llaman amistad el dia de hoy casi no

es otra cosa que un comercio de interes en que el amor

propio se propone siempre alguna cosa que ganar para sí.

Por mas que os fatigueis en buscarla, no hallaréis otra

amistad sincera y durable que la caridad cristiana, ni otro

amigo verdadero que aquel cuya amistad está fundada en

la virtud. La afinidad, la sangre solo forman una amistad

pa agera, interesada, y aun superficial, que se entibia con

la ausencia, se disminuye en las adversidades, se hace des·

agradable con la pásion, se

desconoce ~en

la diversidad

de intereses

,~contratiempo

hace que se pierda de to–

do punto. LaC'!rídad, la .amistad crisnfana está exenta de

esta triste vicisitud. La separacion de fas personas no des–

une jamas los corazones. Las tempestades, las desgr?-cias,

los accidentes de la vida, no la hacen jamas titubear

1' en

tiene una caridad verdaderamente cri tiana, ama ·

n-

sultar us propios intereses, sin escuchar á su pasiones , sin

consultarse

á

sí mismo. Quien ama como cristiano ,.iama

á

su próximo como

á

sí mismo.

El evangelio et del capitulo

8.

de 1a11 Mateo.

In illo ternpore : Atcendente

Je·

I U

in naviculam

,

tecuti sunt

eum discipuli eju1 : et ecce mo–

tut magnus Jactur est in m:iri,

ita ut navicula operiretur fiucti–

bu1; iptevero dormi bat. Et ac–

cesurunt ad eum discipuli eju1,

et surcitav runt emn cJicmte1:

Domin. ,

rnlv a

nor, perimur.

Et

di it

eir

J ernn

Quid thnidi es–

tis, modicce fi .lei

~

T une

rnr–

gen1, imp.:rtvit ventis

etma–

ri,et

fi

et

1est

tr.inquillitas mag–

na. Porro honi s miriti sunt,

d" r:en.ter: Qu

l~s

est hir: quia

enti

et mar.: obediunt

i ?

E

l

n aquel uempo: Habien o entnp·

· do Jesus en una na vecilla, le si–

guiéron sus discípulos.Y he aquí que

se levantó en el mar una gran tem–

pestad, de manera que la barqu illa.

era cubierta de tas olas,

y

él dormía

y sus discípulos se lleg ' ron

á

él, y le

dispertáron, diciendo : Señor, sálva–

nos , que perecemos,

Y

J

esus les di–

xo: i,Dc! qué teneis miedo, hombres

de p ca

fe?

Entonces levantátidose,

m111dó á lo vientos y al mar , y se ""'

produxo una grande tranqu ilidad.

Por tanto la gente se ad miró

y

de–

cia : ¿Quién e éste que le obedecen

los vientos

y

el mar ?

H4