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120 CUARTO DOMINGO
MEDITACION.
. Sobre la falta , de confianza y de f~·
PUNTO PRIMERO.
Considera como la falta de confianza es un efecto ne- ·
cesario de nuestra poca fe. Creemos floxamente; y así
no debemos admirarnos de qt,ie nuestra esperanza esté
tan desmayada. Si solo tenemos una fe medio apaga'da,
una fe muerta, i cómo puede ser viva nuestra confian–
za en Dios~ Nuestra caridad no es mas vigorosa y ani–
mada. Quien ama poco, ti~ne motivo para creer que es
poco .amado. No ~os quejemos., pues, df~Jl.1¡1.~ ~l S.ñor no
nos 01ga, de ·que nuestras orac10nes seair' tan rneficaces,
de que pidiendo mucho, nada consigamos. La confian–
za es una condicion que pide Dios en todas nuestras ora–
cio s: Credite quia accipieti.s, nos dice el ~alvador,
et · ~bis: estad seguros, creed firmemente que con.–
seguireis Cl~anto pidiéreis en vuestras oraciones, y Vues–
tra con.f erá vana, i pero tiene esta condicion
• nuestras i Nuestra pretendida confianza en Dios
está revestida, lo ménos va acompañada de esta for–
malidad~ ¿Oramos, pedimos con una fe viva, con una en–
tera confianza~ ¡ Ab, y cuánto mayor es el t~mor de no
consegt{r lo qtie pedimos, que la esperanza de obtenerlo!
.Nuestra confianza es 'una c©nfianza dudosa y vacilanteLPa–
rece que el Salvador duerme en lo mas fuerte de la tor–
menta. La tempestad agita furiosamente la mar borrasco–
sa en que estamos navegand9: lcrs olas casi cubren la bar–
ca; la vista de un naufragio presente lo llena todo de cons–
ternacion y de susto ; los que perecen en la mar á nues–
tros ojos, nos espant'an los gritos, y los lamentos resue–
nan por todas partes ; y el Salvador duerme como si fue–
ra insensible á todos nuestros peligros, y aun por decirlo
así, á nu--stra próxima pérdida: lpse vero dormiebat. No
parece que duerme, sino porgue quiere probar nuestra
~onfianza. Quiere .que sintamos y confesemos que tenemos
necesidad de su socor'ro, i y cuánto nos importa unirnos
á él, servirle con fidelidad, amarle con fervor y hacer, por