![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0136.jpg)
122
CUARTO DOMINGO
cacion, una palabra, una accion, el menor sacrificio. Por
mas que pida, inste y solicite, no querémos obedecerá su
ley, aunque no haya cosa tan justa como lo que manda,
aunqae no nos pida nada que no sea para nuestro mayor
bien. Sabemos igualmente, que si guardamos ciertos pun–
tos de la ley, no llevamos. otra mira que evitar el último
castigo; que nada hacemos por amor; que solo le obedece·
mos cuando nos manda baxo de graves penas; y que,lo po–
coque le damos, se lo damos de tan mala gana, que el don
casi vale lo mismo que la negacion. He a'quí, pues, lo que
apaga nuestra confianza, lo que hace que no podamos per–
suadirnos
á
que Dios quiera recompensar á un servidor tan
infiel, ni oír
á
un hijo tan rebelde, que continuamente se
rebela contra la voluntad de su padre, y que no se le da
nada por desobligarle'.
z
Querémos tener Uf1-:<f.µtera con–
fianza en Dios ? conservémosle una entera ñdelidad:
z
te–
nemos
l~
dicha de vivir en el estado religioso? procuré–
mos observar exactamente hasta las mas menu.das y pe–
queñ
. !glas. Cuanto son mas menudas, tanto ménos.dig–
na d P'fadon es su inobservancia: una mirada , una
li–
gera sastisfaccion del amor propio, una palabra son mu–
chas veces la materia del sacrificio que Dios nos pide.
¡Qué ingratitud, qué indignidad negar
á
Dios lo que nos
avergonzaríamos de negar
á
cualquiera hombre que nos
pidiera ese pequeño gusto!
z
Vivimos en el siglo? pues cum·
piamos. con puntualidad las obligaciones de nuestro es–
tado: .nicf5una cosa es mas capaz de hacer nuestro
el
cota–
zon de Dios, y de excitar en nosotros la confianza en Dios.
Haced, Señor, que la resolucion que tomo de no nega·
ros nada, me alcance de vuestra bondad una perfecta con–
fiaaza ; ya la tengo' ya me siento con una firme' la que
vos
me conservaréis
y
aumentaréis.
·J
ACU L
A
T OR 1AS.
Domine , salva nos, perimus.
Matth. 8.
Señor, sálvanos; porque si no, somos perdido.
Domine, non confundar ,
quoniam
invocavi te.
Salm. 30.
Señor, no sufra yo la confu sion de)erfi1:e abandonado c1e
vos, despues de haber invocado vuestro nombre.