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DESPUES DE LA EPIFANÍA.
I
r3
qué cosa tan horrible caer en las manos ·de Dios vivo!
Dad á cada uno, continúa el Apóstol, lo que le debeis: el
tributo á quien se debe el tributo: los impuestos á qüien
se deben los impuestos: el temor
á
quien se debe el temer:
la
honra á quien se debe la honra:
Cui tributum, tribu–
tum: cuí vectigaJ, vectigal:
r.uitimorem, timorem! cui ha-#
norem, honorem.
De este modo la ley cristiana fortifica
y
eleva
á
un mismo tiempo las obligaciones de la vida civil
por los santos fines con que las hace practicar.
El tributo es propiamente aquel]fi cuota que los
prín–
cires llevan de sus vasallos por razon sle sus bienes, ó por
capitacion. El impuesto es lo que se lleva sobre las merca·
duría~
que entran en un país, ó salen ó se venden en él;
pero por estas dos palabras ó términos, dicen los intér–
pretes, debe
~~derse
generalmente todo género de ren–
tas, de contri5'tft!íones
'Y
de cargas que los reyes
y
seño·
res tienen derecho de exigir de sus súbditos
é
inferiores,
Nemini quidquam debeatis, nisi invicem diligatis
:
Procu–
rád
no deber nada á nadie, sino la mútua caridad.
Q · -
re decir el Apóstol, que despues de haber salido d
as
las deudas temporales, por lo que mira al próximo, resta
todavía una. con que estamos cargados toda la vida;
y
es
el amor del próxi1úo. Los oficios de caridad que se han
podido hacer con él en lo pasado,
qo
nos dispensan la obli–
gacion de hacer continuamente con él
o~ros nuevo ~.
Co–
mo el amor del próximo está fund ado sobre el amor que
debemos tener
fr
Dios;
y
como el segundó precepL es se-
. mejante al primero:
Secundum autem simite est huic
;· la
ley es tan indispensable como universal;
y
la ingratituJ
no dispensa de esta obligacion. Poco importa que mi prÓ-'
ximo sea vicioso
ó
maligno; lo que
yo
debo ha9e r en este
caso es aborrecer sus defectos; pero no por
~so
puedo de·
xar de amar su persona:
Charitas operit multitudinem pee·
catorum,
dice el Apóstol san Pedro: la caridad cubre la
muchedumbre de los pecados, los roba de la vista de las
almas cristianas, Cuando se 'ama ve·rdaderamente
á
Dios,
no se advierten los defectos que tienen los ótros; solo se
atiende
á
los que hay en sí. Quien ama á su próximo, ha
cumplido con la ley, continúa el Apóstól:
.Qui
diligit
pro·
ximum, legem i:nplevit.
Qt1i~n
ama á su próximo , no pue–
de dexar de cumpl·ir con todo lo que la ley manda res-
.
Tom.I.
H