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TERCER DOMINGO
tad ciertos de que no pedireis cosa que no alcanzeis.
No·
./i
timere,
dixo el Salvador al presidente de la sinagoga, que
venia á pedirle la curacion de su hija; no temas, confia
en mí, y no morirá tu hija:
Crede tantum, et salva erit.
(
Luc.
8.) Esta confianza en Dios füé la principal virtud de
todos los santos de la ley ·antigua. Yo tengo una firme
confianza de que el Señor, que me ha librado tantas ve–
ces del furor de los leones
y
de los osos , me librará de
las manos de este filisteo:
Ipse me liberavit de manu philis·
tcei hujus.
(
2.
Reg.
35. ) No debe causarnos admiracion
el que esta virtud sea tan ordinaria en todos los santos,
pues sin élla todas las otras virtudes son defectuosas. Tam–
poco debemos admirarnos de que sea tan del grado de
Dios; pues no hay virtud, por decirlo así, que le honre
mas: no hay virtud que dé una idea mas perfecta de su
,-infinito poder, de su bondad inefable y ,,. su inagotable
misericordia para los pecadores. ¿ Puede haber mayor
desgracia, que carecer de una virtud tan útil
y
tan nece–
saria~
.,
.
.,,
,.
.
·.
PUNTO SEGUNDO•
C onsidera como la confianza en Dios obliga, por de_.
cirlo así, al Señor
á
que oiga nuestros ruegos, y derra–
me sobre nosotros los tesoros de su misericordia, por mas
indi~nos
que seamos. ¿Con qué abundancia los derrama
todos los días sobre esas almas fieles, que ponen en él to–
da su cr.nfianza? Parece que nada desea Dios tanto co–
mo persuadir esta dulce verdad
á
todos sus hijos. Se pue–
de decir que no hay cosa mas expresa, ni mas veces repe–
tida en la Escritura:
In te, Domine, speravr,
dice David,
non confundar in ceternum:
(
Salm.
30.)
Siempre esperé en
vos, Señor; estoy seguro que no quedarán burladas mis es–
peranzas. Los que temen al Señor, dice en otra, parte,
y
esperan en su bondad, ert todas partes están seguros:
E
c–
ce oculi Domini super metuentes eurn: et
in
eis qui sper ant
super misericordia ejus. (Salm.
32.) Experimentad al Se–
ñor,
y
ved si hay cosa
que
pueda compararse con las dul–
zuras que se hallan en
él,
aun en medio de las mayores
penas.
Beatus vi-r, qui sperat in eo: (Salm.33.)
Bienaven–
turado el hornbre que pone en Dios toda su confianza.
El Señor no
permitirá que
perezca para
slem¡>re
ninguno