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· DESPUES DE

P~NTECOSTES.

385

derse en un sentido figurado, pues la menor de ellas es

mucho mayor que toda la ti¿rra. Tal vez se pudiera en–

tender

por esta caida de las estrellas

la

caída mortal de

aquellos grandes hombres que habrán

sido

como unos

. a st ros' y que cediendo entónces infelizmen te a

la

tenta–

ción, se apagarán quizá en mayor nómero en aque ll os

tiempos de calamidad. La destruccion total de Jerusalen

y

de

la religion

de

los judíos será, como

hemos

dicho,

la

señal

de la

vegida triunfa nte

de

Jesucristo; esto es, del

triunfo del evangelio

en

toda

la tierra,

y

tarnbies un pre–

sagio

de

su venida en los últimos t iempos

con

gran po–

der

y

magestad :

Curn virtúte multa,

&

majestáte.

Quan–

to en su primera venida se mostró J esucristo

débil ,

hu–

millad0

-ospreciable, tanto mayor será la mages–

tad, el

pou.~r

y

i a

~ · -= "ta

de que hará ostension en · Ja se–

gunda .

Et

mittet ángelos

J .

<i.r ·

cum

tuba,

&

voce magna,

&

congregábunt eléctos ejus

a

quv.,

•ll')f"

ventis:

al mi smo tiem–

po enviará sus ángeles con una trompera

ana gran

voz,

y

congregarán sus escogidos de las quatro partes de

la

tierra., de un extremo del cielo

a

otro. Estos ángeles

ó

enviados, en

el

sentido figu rado, .son los apóstoles

y

los

m inistros del evangelio que han anunciado la 1ey nueva

por toda la tierra:

In

omnem

terram exívit

sonus

eorum.

Entóa ces t0das las naciones de la tierra, esto es, todas

las tribus, todos los judíos obstinados manifestarán

su

do–

lor al ver con qué gloria

y

con qué poder el Hijo del

hombre par.ecerá verdaderamente hijo de

Dios,

despues

de haber sujetado

a

sí todos los pueblos del mundo por

medio

de

dooe pob res pescadores.

.

Es

cierto, dicen los padres, que haciéndonos el

Sai–

vador una pintura tan viva de todas las calamidades

que

han

de

anunciar la entera ruina de Jerusalen,

y

la repro–

bacion del pueblo judáico en cas tigo de su obstinacion

y

de su descuido, qui so al m ism·o tiempo darnos

un"

idea

t errible del juicio final, del

qual

el

rigor

con que

casti–

a

los jud íos puede

ser

la imágen ménos desem

~jar,te,

y

la

q ue

mas golpe. Fué necesario

que . Je~ ucristo

fue–

se

humillado, .perseguido, que padeciese áotes

de

pare-

. cer,

y

manifestarse en su glorfa.

El

cris tianismo

y

la

Igle–

sia

que Jesucristo dió

~

luz en la cruz, Je

han

protura–

do una gloria que de algun modo le resarce

de

sus

hu–

mill acioaes ; pero hablando

en

propiedad .,

solo en el dia

Tom.

V.

Bb

de.J