· DESPUES DE
P~NTECOSTES.
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derse en un sentido figurado, pues la menor de ellas es
mucho mayor que toda la ti¿rra. Tal vez se pudiera en–
tender
por esta caida de las estrellas
la
caída mortal de
aquellos grandes hombres que habrán
sido
como unos
. a st ros' y que cediendo entónces infelizmen te a
la
tenta–
ción, se apagarán quizá en mayor nómero en aque ll os
tiempos de calamidad. La destruccion total de Jerusalen
y
de
la religion
de
los judíos será, como
hemos
dicho,
la
señal
de la
vegida triunfa nte
de
Jesucristo; esto es, del
triunfo del evangelio
en
toda
la tierra,
y
tarnbies un pre–
sagio
de
su venida en los últimos t iempos
con
gran po–
der
y
magestad :
Curn virtúte multa,
&
majestáte.
Quan–
to en su primera venida se mostró J esucristo
débil ,
hu–
millad0
-ospreciable, tanto mayor será la mages–
tad, el
pou.~r
y
i a
~ · -= "ta
de que hará ostension en · Ja se–
gunda .
Et
mittet ángelos
J .
<i.r ·
cum
tuba,
&
voce magna,
&
congregábunt eléctos ejus
a
quv.,
•ll')f"
ventis:
al mi smo tiem–
po enviará sus ángeles con una trompera
ana gran
voz,
y
congregarán sus escogidos de las quatro partes de
la
tierra., de un extremo del cielo
a
otro. Estos ángeles
ó
enviados, en
el
sentido figu rado, .son los apóstoles
y
los
m inistros del evangelio que han anunciado la 1ey nueva
por toda la tierra:
In
omnem
terram exívit
sonus
eorum.
Entóa ces t0das las naciones de la tierra, esto es, todas
las tribus, todos los judíos obstinados manifestarán
su
do–
lor al ver con qué gloria
y
con qué poder el Hijo del
hombre par.ecerá verdaderamente hijo de
Dios,
despues
de haber sujetado
a
sí todos los pueblos del mundo por
medio
de
dooe pob res pescadores.
.
Es
cierto, dicen los padres, que haciéndonos el
Sai–
vador una pintura tan viva de todas las calamidades
que
han
de
anunciar la entera ruina de Jerusalen,
y
la repro–
bacion del pueblo judáico en cas tigo de su obstinacion
y
de su descuido, qui so al m ism·o tiempo darnos
un"
idea
t errible del juicio final, del
qual
el
rigor
con que
casti–
gó
a
los jud íos puede
ser
la imágen ménos desem
~jar,te,
y
la
q ue
dé
mas golpe. Fué necesario
que . Je~ ucristo
fue–
se
humillado, .perseguido, que padeciese áotes
de
pare-
. cer,
y
manifestarse en su glorfa.
El
cris tianismo
y
la
Igle–
sia
que Jesucristo dió
~
luz en la cruz, Je
han
protura–
do una gloria que de algun modo le resarce
de
sus
hu–
mill acioaes ; pero hablando
en
propiedad .,
solo en el dia
Tom.
V.
Bb
de.J