DESPUES DE PENTECOSTES.
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midades por medio de la penitencia; debian haber reco ·
nacido al Mesías. La hora de la muerte es un tiempo poco
a
propósito para convertirse el que no lo
ha
hecho án–
tes.
Erit tune tribulátio magna, qualis non fuit ab inftio:
será tan grande
y
tan espantosa la desolacion, que no
la ha habido semejante desde el principio del mundo, ni la
habrá jamas igual. Esta prediccion se verificó plenamen-,
te ' así por la guerra que los judíos se hiciéron
a
sí mis–
mos con sus divisiones domésticas, como por las perse–
cuciones que
p~deciéron
de parte de todos sus vecinos,
y por los males que les hiciéron los romanos durante aque–
lla última guerra. Josefo cuenta hasta un millon
y
cien
mil muertos,.
y
noventa
y
siete mil prisioneros. Confiesa
él mismo , que los delitos de los sediciosos que se habian
apoder-aJ
'
~ ~olo'
llegáron
a
tal exceso' que si los
romanos no hubieran
:-r10
a
exterminar una raza can cor–
rompida
y
tan impía, la
..!~rra
se hubiera abierto para
tn1gárselos,
u
Dios hubiera en\ :
0
rn nuevo diluvio para
anegar,
o
fuego del cielo para reducir
ci
cenizas una ciu–
dad tan criminal. La desolacion que precederá al fin del
mundo, en nada cederá
a
la que precedió
a
la total rui–
na de Jerusalen :
Et
nisi breviáti fufssent dies
i/li,
non
fíeret
salva 011mis caro.
Si
el
número de aqudlos dias no
se
hubiera disminuido, no habría persona que se salvara;
,pero este número se disminuirá en atencion
a
los esco–
gidos. En efecto, si el sitio de Jerusalen hubiese durado
mas tiempo, no
hubier~
quedado un solo judío en toda
la ciudad; pero Dios abrevió
el
número de estos dias de
tribulacion en favor de los judíos que habían abrazado el
evangelio, todos los quales
hubiera~
perecido en las rui–
nas de aquella desventurada ciudad. Segun . algunos intér–
pretes estorbó el Señor la entera destruccion de toda la
nacion judáica' en atencion tambien
a
los cristfaaos de
los siglos siguientes. Queria Dios que aquellas infelices re–
liquia desp reciadas, dispersas, ciegas subsistiesen, para
verificar en todos los siglos las profecías,
y
para que sir–
viesen
a
todos los pueblos de monumento eterno de la
verdad de todo lo que Je ucristo les babia predicho Todo
qu.rnto sucedi ' de terrible en la destruccion de Jeru a–
len , no es
ino una fi gura , por decirlo así, de lo que ha
d
suceder de funesto
y
espantoso
a
la fin del mundo.
Alli