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DOMINGO VEINTE QUATRO

'

deci rle : ¿es- posible que un edificio tan sobe rbio,

y

que

pasa por una de las maravillas

del

mundo ha de ·se r en–

teramente

destrui :i a~

i

Es posible que Dios ha de aban–

donar

y

reprobar este santo

templo~

La respuesta que les

dió . Jesucristo les acabó de consternar: admirar quan to

quisiéreis" les

dixo, lo rico

y

magnífico

de

este soberbio

edificio; todo lo que os he dicho sucederá dentro de poco

1

tiempo: todos estos grandes monumen tos serán destrui–

do s hasta los fun :iamentos sin que quede p iedra sobre

piedra. E '> tas palabras picáron la curiosiJad

a

sus ma .;;

fa–

miliares

di~cípulos.

Pedro, Diego, Juan

y

Andres se to–

máron la

libertad

de hacerle en part icula r estas tres pre–

guntas. Primera,

i

en que tiempo sucederian estas cala–

_midades? Segunda,

i

qua1es serian los

pr~-"' ""ios

i

como

los correos de estas

desdichas~

_ ....:rce ra ,

?,

qual sería la

señal de

su ú ltima ven ida

y

d

la consumacion

de

los

si·

glos? El Salvador se d ignó responder

a

estas pregun tas,

• p ero de un modo instructivo

y

misterioso al mismo tiem–

po: dióles bastante

a

entender que no estaba léjos el

tiem–

po en que habían de suceder

a

J erusalen las calamidades

·q_µe

había predicho;

y

quiso enseñarles quá les debian ser

las señales ,

y

los 'terribles fenómenos que habian de pre·

ceder

a

su

venida

y a

la consumacion de Jos sig os; pero

acompañó sus respuestas de saludables avisos, pues en–

señándolos quáles debían ser las señales de aquella gene–

ral desolacion , les enseffia qué es lo que deberán hacer

los que se hallen en aquellas críticas

y

terribles circuns–

tancias.- Despues de haberles advertido

a

ellos,

y

ea ellos

a

todos los fieles que .estén alerta contra los artificios de

· los im postores, que los habrá en

~ran

mimero en aqué–

llos últimos tiempos : despues de haberles dicho que las

otra~

señales de

aqueU.as

últimas calamidades serán las

guerras, el espír

itu de div

ision, enfermedades contagio–

sas que despoblarán el universo, el

hambre

que hará pa–

decer ir.finiras personas., el trastorno de las estaciones, la

intemperie del

ay

re, los temblores de tierra; hace el Sal–

vador una pintura la mas

viva

de todo lo que debe ser–

vir de presagio

y

de aparató al

dia

de sus venganzas;

y

empieza por los en·orn:ies delitos,

y

por aquel torrente de

iniquidad que habrá inundado entónces toda la tierra.

Cum videritis abominatiOnem desolationis, quce dicta est

ª