DESPUES DE PENTECOSTES.
' 379
a
Do.niele prophéta, stantem in loco sancto:
quando vié–
reís en el lugar santo Ja abominacion de la desola ciori de
que habló el profeta Daniel. Describe este profeta
en
el
séptimo
y
nono de sus capítulos la entera ruina de Je–
rusa1en, cuya época, segun él, está señalada despues de
la
muerte
de
Jesucristo,
al
tiempo que la abominaoion
estaria en el lugar santo; lo que sucedió durante el sitio de
la ciudad· por los romanos, por las muertes
e
infamias
que se cometían en él;
y
tambien quando tomada
la ciu–
dad los romanos colocáron en él sus insignias llenas de
fi–
guras de
sus
falsos dioses.
San Agustín , Saq Gerónimo , el venerable Beda ,
y
la
mayor parte de los intérpretes creen que en este pasage
del evan elio habla el Salvador de estos dos grandes acon-
tecimientos,
ae
ia
r,;~·1
a entera de Jerusalen,
y
del jui-
/
cio uní versal al fin de1 ··"" ndo ,,
y
quizá por esto añade
estas palabras;
.Qui legit, int élli at:
El que lee esta
pro~
fecía ,procure comprehender]a
fü
,
y
descifrar el senti-
do de ella, distinguiendo los hechos. Como la corrupcion
universal de toda carne precedió al diluvio, así tambien
la iniquidad, es decir, todo género de
vicios,
de abomi-
na jones ,
de
impurezas, las
que inundáron
toda
la
tier-
r a como un torrente que sale de madre, ·precederán
a
es-
t0
dos
acontecimientos. Esta abominacion
de la
desola-
cion
fué
l~
horrible profanacion que los mismos judíos
hicieron del templo du rante el sit io de Jerusalen , quan-
do una tropa de gente ru in
y
de foragidos, qpoderados
de
este lugar
santo,
cometiéron
en
él todos los 'desórde·
nes imaginables. Esta abominacion de la desolacion suce-
derá tambíen al fin de los siglos por
la
horrible profa-
nacion que se hará entónces de nuestros sagrados miste-
rios ,
y
de todo lo que ha
y
mas sagrado en la religion.
La
profanacion de las cosas santas
e~
la
senal
m~s
clara
de que el enojo de Dios es extremado,
y
es la señal mas
cierta de que su venganza
no
está
léjos.
Qui
in
Judcea
sunt ,fúgiant ad montes:
Los que estu–
vieren en la Judea en aquel tiem o, huyan
a
los mon–
tes. Aconsejó
a
los que se hallaren entón es en la Judea
que dexen el país
llano y
ganen la alturas;
y
el q e es–
tuviere sobre el techo, no
baxe
ni aun
a
tomar cosa al–
guna de su
ca~a;
y
que el que estuviere en el campo,
no