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DESPUES DE PENTECOSTES.

383

~

de priesa

y

se desvanecen; son unos fur· o os que solo

res ~

piran muer tes

y

destrozos, pero Dios les

acorta

los dias.

Una vez que la lglesia ha habJado, dice aqní un sabio

intérprete' no oiré

a

quien me enst:ñe lo conlrario ' por

mas que sea un hombre de un exterior el mas devoto,

por mas que haga ,

o

parezca hacer milagros. Porque

qualquiera que no habla como la Iglesia, no es cierta–

mente en el fondo sino un hipócrita

y

un seductor, por

mas que haga parecer en sus obras toda la santidad ima·

ginable ,

y

aunque parezca confirmarlas con los mas ·es-

tupendos milagros.

.

Sicut enim. fulgur exit ab Oriente,

&

par~t

usque in

Occidéntem; ita erit advéntus ftlii hóminis:

así como

el

relámp...b

dpl

Oriente,

y

se hace ver hasta en el

Occidente,

Jo

mismo

., ~ ,..'-'derá

con

la

venida del Hijo

del

hombr_e; quiere decir,

segu~-

los .

p~dres,

que

así

como no

es posible que

dexándo~e

ver

~

""

1

<-ahr

el Urizonte no

al timbre en un momento todo el emisferfo,

lo mismo

su–

.cederá con la venida del Hijo del hombre , despues de

haberse cumplido todo lo que

el

Salvador acaba

de de–

cir

de

la ruina de Jerusalen: su reyno

espiritual se ex–

tenderá prodigiosamente por toda la tierra por medio e e

la

publicacion del evangelio,

que stri

predicado

a

todos

los pueblos,

y

abrazado de todas las naciones. Era nece–

sario que

la

justicia de Dios castigara del modo mas ter–

ribJe , como lo había predicho Je ucristo,

a

aquella na–

cion ingrata

e

impía que babia rehusado reconocer al Me–

sías,

y

que tuvo

la

malicia de hacer morir en una cruz'

a

su Salvador. Despues de lo qual

esta

verdadera

luz

que

alumbra

a

todo hombre que viene al mundo, debia es–

parcir sus resplandores por toda la tierra,

y

ser recono–

cida

y

adorada en todo el univer o. Se puede decir que

la dispersion

y

las calamidade de este ¡:,ueblo, en todas

partes maldito, es en toda s parre una prueba permanen–

te

de la venida

del

Mesías. Su segunda v nida, c!ice

Sag

j\.gustin, no será. ni n1énos man ifi e ca , ni méuos repenti·

na que la primera, sin embargo dt!

odas as

~eñaJes

y

presagio~

que ant)nci arán estar cerca el fin del mundo;

quiere decir el

S.:.1nto

doctor' que el

St>ñor

vendrá

a

juz–

srnr a lo , hombre quando ménos lo esp -ran.

A,

í

vt mos

q

e son

pocas las

ptrsouas

a

quienes

n.~ sorpreh~nda

la

mue.r-