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DESPUES DE PENTECOSTES.

387

verifique todo esto. Por lo que mira

a

la ruina de Jerusa–

l~n,

por esta generacion se puede entender el siglo en que

el Salvacior predecia todas aquellas calamidades.

En

efec–

to, todo quanto babia predicho se vió cumplido dentro

del espacio de quarenta años. Por lo que mira

a

la

fin del

mundo, por esta generacion debe entenderse,

o

la últi–

ma edad del

mu~do

y

de todo el género humano, segun

San Gerónimo,

o

la Iglesia, segun San Crisóstomo; la

qual

a

pesar de todas las persecuciones debe subsistir

has–

ta el fin del mundo.

Ccelum

,

&

terra transíbunt, verba autem mea non prte-–

terfbunt.

El

cielo.

y

la tierra pasarán ; pero mis palabras–

no pasarán. Veis

aquí

la última edad del mundo;

y

os di–

go en verdad , que el mundo no se acabará sin que ha

ya

sucediau -:--=:;

'1-

-v<)

he dicho. Mis palabras son unos

oráculos incapaces de --:.,.Q;añar. El cielo, aunque incor–

ruptible,

y

la tierra aunqtl\..

'-nmoble, pueden perecer,

y

volver

a

caer en la nada; pen., .

O&

--o

:i:<)

rv

~'igo

no pue

de faltar; pues todo quanto ha de suceder hasta el

fin

de

los siglos lo tengo presente ;

y

quan.to

ha

y

de mas estable

en

la naturaleza está sujeto

a,

mudarse

: solo las verdades

que os anuncio son constantes

y

eternas.

La

Iglesia empieza

y

acaba el año eclesiástico

por el

evangelio de

la

fin

del

mundo

y

del juicio final ;

y

cada

uno de estos evangelios, el uno segun

San

Mateo, el otro

segun San Lúcas, termina con estas palabras:

El cielo ...

la tierra pasarán; pero mis palabras no pasarán.

El

pen–

samiento del juicio final debe acompañarnos toda la vi–

da. San Gerónimo

y

otros muchos grandes Santos le te–

nian siempre presente;

y

esta terrible verdad era el asun–

to ordinario de su meditaciori de cada dia. Como la g1e–

sia alimenta todos los días

a

sus hijos con

el

pan de la

palabra de Jesucristo, dándonos para. ello cada día su

evangelio, nos advierte el primero

y

último

dia

del año,

que el cielo

y

la tierra

y

todas las cosas e. tán sujetas

el.

mudarse: que todo es caduco, que todo puede no sub–

sistir; pero que el evangelio de Jesucristo es eterno

e

inal–

terable. La verdad de su palabra no depende ni del hu-

.mor

y

capricho de los hombres, ni

d~

la vicisitud de

los

tiempos, ni de las revoluciones de la naturaleza.

VéritaJ

Dórnini manet in cetérnum.

Todo lo que Jesucrhto nos dixc

. es infalible ,

y

lo será eternamente ; créase ,

o

no se creé

.

Bb

2

i