DOM1NGO QUINCE
labras huecas
y
muy
significa ti va~ ,
y
apn rent'ando una
general reforma en toda su conducta : puede tambien por
un secreto artificioso
del
amor propio te erse uno por lo
que no es ; no es extraordinario que el espíritu sea el ju–
guete del
corazon : las pasiones , especia lmente la sen–
sualidad
y
el o rgullo'· tienen sus resortes secretos con que
mu "ven ar tificiosamente toda la 'má uina. E l espír itu de
tin ieblas sabe el arte de trans formarse en
ángel
de
luz. ,
.Los pretextos , los motivos mas especiosos hacen en el
alma
tales impresiones, que
es
dificil
no r endirse
á
ellos-?
y
aun mas
dificil
no desconocerse uno
el
sí mismo. Se en–
trega uno
i
ciegas
a
las mas groseras i.usiones : cae
y
se
mantiene torpemente en
el
error : se
r
b
la
cont ra las po-
_:_.
testades l egítimas establecidas por Dios ;
se im¡gina
que le hace en esto un gran servicio.
En
una palabra, es
uno esclavo de la concupi ·cencia
y
de los deseos de la
.carne ,
y
pretende que no vive sino segun el espíritu de Je·
sucri ·to
y
las mas pu ras máximas del
evangelio. Lapa-
sion es el primer móvil : el espíritu de interes, de ambi- ,
cion,
y
tal vez de ven; anza, es el alma de todas las ac–
ciones;
y
por
una
deplorable ceguedad, por un maligno
capricho de ilusion
y
de error se toma la pa.sion por
vir~
·
tud
1
y
por zelo la ira ' .el furor ' la enemistad '
y a
ve–
ces has ta el mismo ódio. Y eri medio de este.desórden del
corazon
y
del
espíritu se vi
ve
en una soporosa seguridad,
como si Dios debiera estar muy contento con nüestros
servicios. Se vive tranquilamente en el regalo
y
en IOs pla·
~eres;
y
al favor de ciertas apariencias muy superficiales
de buenas obras,
y
de una mascarilla de devocion, se
tiene una vida enteramente mundana :
No os engati.eis, no
se hace bttrla de Dios impunemente.
Dios sí que se burlará
de nuestras
i
usiones
y
de nuestra hipocresía:
Deus au–
·tem
irridebit
eos.
A
la hora
de la
muerte se
cae
la
masca._
rilla, el encanto se desvanece
a
vista del sepulcro: deshá–
cese el colorido con aquel sudor frio con que se espira.
Entónces cas tiga Dios de una manera bien severa el des–
precio
que
se hizo de la santidad
y
de la religion. Los fue–
gos eternos suced
.n
a
la comedia que se ha representado.
i
Cqmo
se podia ignorar que Dios penetra e,I fondo d l
co·
razon ,
y
que dexa para los hombres el que se dexen des–
lumbrar cpn engañosas aparieucias
~
Et