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1238

DOMINGO QUINCE

¡

Q

~

extravagancia , esperar que

un hombre que en

toda

su vida no ha sabido hablar sino la lengua d

su

país ' hable

a

la hora de la mu rtc una 1 ngua extraña

!

f

Sería -

mre noL~

maravi lla qu

sper3se morir como cri tia–

ho'

quien toda su viüa ha si o mundano,

libertino,

irre-··

ligioso

'

·

Si

sucede

alguna vez

que

un

gran

pecador

muera

bien,

i

no es

-esto

una

es'peci~

de

milagro

~

i

Los

mL

mos

liber-:

~inps

no

1o r~ie

1

n.e,n

por

t~l ~

¡Que

descon uelo,

buen Dios;·

no p9<,i.erse

uno

salvar

sino por milagro!

iLos

malos

de·

p en contar mas sobre estos mílagros por lo que mira

a

su

salvacion, que lo que los enfermos desesper&dos

deben

t entar sobre las cu raciones milagrosas para el restableci–

mien to de su

salud

?

·

Es

necesario

morir ;

que dec

reto

!

ya está dado,

y

es

irrevocable. Es necesario

1no.ir:

/

¡O palabra terrible

para

un

nombre qúe jamas

ha

p

en-

a

do

en la muerte: que to–

d a su vida ha mirado con

horror

el pennamíento de la

muer te;

a

quien el solo

ens1 rn iento de

1a

muerte ha pa-.

i:ecido un suplicio! ¡Que

turbacion ,

qué de órden no cau·

~an

en el alma

d

e un p

e

\:ador los c

rueles

r emordimientos

que excita :en él

es.te

p

nsamien.to

!

Entónces

es quando

~e

siente toda su amC& rgura,

y qu

ando penetra hasta

l~

mas íntimo

del

carctzon.

.

Es nece ario morir; es

dec·r ,

es necesario dexar

la

hacienda , la

casa, Jos

empleos,

los amigos:

es necesario

desped ir e para siempre de todos los

pasatiempos

y

gus–

tos

de

1,a

v.ida: es

necesario

ir

a

pre entarse

ddante

de

Dios,

y dar]

e cuenta de sus

deseos~

de ·sus

actione

'·para–

que las juzgue. ¡Que de

co 'aS

que

·dexar,

qué

de

co–

sas que llorar, qué de cosas que

hacer, qué

d e

co

as que

temer! ¡Y no

~ay .,

y

no se tiene sino un momento pa ra .

todo

esto!

El

proce ~o

está

acabad<>;

en su propia

cpn–

ciencia Uev.a

el

mori bu~do

las

pruebas

de todos los he–

~hos.

Un

Dios

irricado va

a

juzgarle al ins ta nte,

y a

ven–

garse

así~ismo

de tantos

insultos.

El pecado mismo , sí;

ese pecado que tenia tantos atractivos,

ya

no

es

sino un

JUOn tru0

que se levanta

cont rael

pecador:

Peccátum

meum

(,Ontra me•

.i

O

muerte de

los

pecaqores,

qué

funesta

eres!

.J..a

m,emor1a

de lo pasado. espanta,

l~ vis~a

de,lo p

eserne

abruma '

el

temor

de lo

por

venir

ar-rastra

a

la

desesp~ra~

c10n.