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DESPUES DE PEJ\TECOSTES.

'l4I

do, aquella madre que te amaba tan tiernamente,

y

que

quizá por haberte amado demas·ado pade-cen

y

gimen des–

de que muriéron todo lo terrible que hay que padecer

en aquellos fuegos, imploran tu socorro: aquellos que te

dexáron tan copiosa hacienda, aquellos amigos que

te

hi–

ciéron tantos

y

tan importantes servicios: todas estas al–

mas afligidas' pacientes,

y

muchas profundamente

aban–

donadas, olvidadas , todas gritan levantando las mános,

digámoslo así,

y

los ojos

háda

ti:

Miserémini mei, sal–

tem vos amíci 1nei, quia manus D ómini tétigit me.

Compa–

decéos de mí,

a

lo ménos voso tros que os mo trábais tan

amigos mios

quando

viviá entre vosotros; tened lástima

de nosotros' vo otros que

a

tan poca co.-ta nos podeis ha–

cer tanto bie.. Examina, pue , el dia de hoy lo que bas

hecho por eUas;

~que

oraciones, qué limosnas, qué bue–

nac;; obras , quánt as mi as has hecho decir para

aliviarlas~

i

Has cumplido los píos legados que estaban

a

tu

cargo~

i

Has hecho las _re titucioncs que debes por lo que has

heredado~

¡

Quantas pobres almas padecen en

el

purga–

to rio muchos años, por la dureza

y

la cruel avaricia de

sus herederos

y

de sus hijos

! ¡

Que crueldad , pero al mis–

mo

tiempo~

qué delito! No se te pase el dia sin h aber cum·

piido con tan importantes obligaciones.

2

Propon no pasar ningun día sin que hagas una ora–

cion particular, aunque no sea sino un

De profúndis,

por

las almas del purgatorio;' manda decir

hoy

una misa , si

puedes,

oa

lo ménos óyela por ellas. O frece por su ali–

vio todas las buenas obras, todas la" limosnas que hi–

cieres en este día. Es un exercicio de devocion muy

103-

ble acabar siempre el rezo

y

la oracion de la tarde con

una deprecacion por los difuntos. L a carid d que se exer–

ci ta con estos dichosos cautivos es un poder@so medio pa–

ra alcanzar la gracia de mor ir con la muerte de los jus–

tos. Pocas ciudades hay en que todos los meses no haya

una indulgencia por los difuntos. No omitas nada para

ganar esta indu lgencia ,

y

aplicarla por ellos. El zelo

con que ali viares

a

aquellas

afligid~s

almas, no podrá

ménos de serte muy ventajoso. Despues de tu muerte

tendrás tú necesidad de los sufragios de los fieles: ten mu–

cha caridad con estas santas almas durante tu vida si quie·

res que Dios te aplique las oraciones

y

buenas obras que

~

Tom.

V.

Q

se