DESPUES DE PEJ\TECOSTES.
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do, aquella madre que te amaba tan tiernamente,
y
que
quizá por haberte amado demas·ado pade-cen
y
gimen des–
de que muriéron todo lo terrible que hay que padecer
en aquellos fuegos, imploran tu socorro: aquellos que te
dexáron tan copiosa hacienda, aquellos amigos que
te
hi–
ciéron tantos
y
tan importantes servicios: todas estas al–
mas afligidas' pacientes,
y
muchas profundamente
aban–
donadas, olvidadas , todas gritan levantando las mános,
digámoslo así,
y
los ojos
háda
ti:
Miserémini mei, sal–
tem vos amíci 1nei, quia manus D ómini tétigit me.
Compa–
decéos de mí,
a
lo ménos voso tros que os mo trábais tan
amigos mios
quando
viviá entre vosotros; tened lástima
de nosotros' vo otros que
a
tan poca co.-ta nos podeis ha–
cer tanto bie.. Examina, pue , el dia de hoy lo que bas
hecho por eUas;
~que
oraciones, qué limosnas, qué bue–
nac;; obras , quánt as mi as has hecho decir para
aliviarlas~
i
Has cumplido los píos legados que estaban
a
tu
cargo~
i
Has hecho las _re titucioncs que debes por lo que has
heredado~
¡
Quantas pobres almas padecen en
el
purga–
to rio muchos años, por la dureza
y
la cruel avaricia de
sus herederos
y
de sus hijos
! ¡
Que crueldad , pero al mis–
mo
tiempo~
qué delito! No se te pase el dia sin h aber cum·
piido con tan importantes obligaciones.
2
Propon no pasar ningun día sin que hagas una ora–
cion particular, aunque no sea sino un
De profúndis,
por
las almas del purgatorio;' manda decir
hoy
una misa , si
puedes,
oa
lo ménos óyela por ellas. O frece por su ali–
vio todas las buenas obras, todas la" limosnas que hi–
cieres en este día. Es un exercicio de devocion muy
103-
ble acabar siempre el rezo
y
la oracion de la tarde con
una deprecacion por los difuntos. L a carid d que se exer–
ci ta con estos dichosos cautivos es un poder@so medio pa–
ra alcanzar la gracia de mor ir con la muerte de los jus–
tos. Pocas ciudades hay en que todos los meses no haya
una indulgencia por los difuntos. No omitas nada para
ganar esta indu lgencia ,
y
aplicarla por ellos. El zelo
con que ali viares
a
aquellas
afligid~s
almas, no podrá
ménos de serte muy ventajoso. Despues de tu muerte
tendrás tú necesidad de los sufragios de los fieles: ten mu–
cha caridad con estas santas almas durante tu vida si quie·
res que Dios te aplique las oraciones
y
buenas obras que
~
Tom.
V.
Q
se