DOMINGO- DOCE
sualmente , que pasando por allí un sacerdot<?, vió
a
este
pobre hombre lleno
de
heridas
y
cubierto de sangre; pero
sin
tener -de
él
la menor compasion, pasó adelante. Vino
poco despues un levita, el qual vió que aquel pobre
ho~bre se estaba muriendo_
e
imploraba su ayuda; pero en
lugar de compadecerse de él, continuó su camino sin
dig–
narse
ni
aun de pararse
a
mirarle. Finalmente, caminan–
do por ·allí un sagiaritano , mas caritativo que el sacer–
dote
y
que el levita, no pudo- ver sin compasion el las–
timoso estado de aquel pobre judío,
y
aunque extrange–
ro, y como samaritano enemigo del herido·, se enterne–
ció
al verle,- se llegó
a
él, atóle las llagas despues de
habérselas lavado con aceyte
y
vino;
y
no cóntento_con
hal?erle hecho este gran servicio
de
caridad., le
f'ª"º
o–
bre su jumento, llevóle al meson mas cercano, dende -,
se detuvo todo el dia
a
cuidar de él; habiendo al otro
dia sacado del bolsillo dos denarios , se los dió al me–
sonero, encomendándole tuviese cuidado del herido ,
y
prometiéndole pagarle
a
la vuelta todos los gastos de
la curacion, como tambien el importe
de
su cuidado
y
trabajo.
- No
se podía decir cosa mas
a
propósito para
ins–
truir
el
nuestro letrado., La .parábola _era sencilla
y
na–
tural. Solo se trataba de hacer bien la aplicacion;
qui–
so
el Salvador que fuese el mismo letrado el que
la
hi–
ciese. Preguntóle,
qué
era lo que pensaba de aquellas
tres suertes de personas , cuyo retrato acababa
de ha–
cerle,
y
cuyas disposiciones
y
conducta acababa de pin–
tarle.
i
Quien te parece, le dixo, es el próximo del ju..
dío tan maltratado ·por los ladrones
?
i
Es _acaso el le–
vita que pasó a
delante sin tener compasion de él,
ó el
sacerdote que le
v.iósin _decirle
p~labra,
ó
el
samarita~
no que movido
a
compasion
le
hizo tan importantes servi–
cios con la caridad mas tierna
y
mas pura
?
El
próxi–
mo es sin duda, respondió el letrado, el que le trató
tan caritatiiamente ;.los otros dos se portáron como unos
bárbaros. Este, pues, concluyó el Salvador, este es el mo–
delo que
lu
debes seguir. Reconoce que no es el pa–
rentesco, ni ·1a amistad, ni el país , ni la cond.icion lo que
hace que· uno sea próximo : por grande que
s~a
la an–
tipatía
que
hay
entre los dos
.pueblos,
tú
hallas
en
el
?
sa-