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'DESPUES DE PENTECOSTES.

181

Dios era

a

los hombres , ha hablado , por dedrfo así, el

lenguage· de los hombres ; pero estos

términos,

estas ex–

pres-ient:s, este lenguage encierra

el

sentido de

Dios.

La

letra

no es

ot ra cosa

que

la

corteza,

baxo

la qua l

está

escondido un sentido místico

y

todo divino.

Y

no

hay

ót ro

que

el

Espíritu divino,

que

baxo

de

la letra

humana

pue–

da

descubrir

el sentido

espiritual, que es freqüentemente

el

s</l'o

verdadero:

el espíritu del

hombre no puede pa–

sar mas allá de -la

corteza

-sin extraviarse

y

desbarntt";

y

como no ve sin_o lo que la letra presenta naturalmen–

te

a

su espíritu , no concibe en

ella

sino

lo

que

eslá

den–

tro de la

esfera

de

su

ent~ndimiento;

y

si quiere ir mas

léjos,

da

en mil predpicios: solo

~l

espíritu

de

Dios pue–

dt: _•.

~ .:::ndE.i

y

penetrar

el·

verdadero sent ido

del

len ~ ua­

ge

de

Dios.

Veis

aquí por qué

ántes

de

la

ven ida del Sal–

vador no ruvo el pueblo judáico si no una inteligencia ba–

xa, material

y

grosera de la E scrüura ; no

conc~hia

en·

ella nada. que no

fuese

terreno

y

natural. Solos los san–

toq

patriarcas,

los

profecas,

y

algunos otros

Santos dd

- antiguo Tesrnmento

penetráron

el

sentid,o

espiritual

de

los

libros san•os; pero esto

fué

por

una

es pecial reveladon

de Dios. Solo J esucristo

pudo

dar.nos la inteligencia de

lo

que contienen: dexando su

e~ptritu

a

su .Iglesia ., le dexó

con él el depósico

d~_la

fe.,

hi

inteligencia

de

las

santas

Escrituras;

y

si eJla sola tiene el derecho enagenable de

conocer su verdaJero sentido ..

y

de descubrfrooslo,

a

ella

sola pertenece el

d~recho

de interpretar

y

de t:nsefiar:

es impostble que yerre esta

l~les ia;

pues el

E ~

píritu san–

to es

quien

la

anima., la gobierna,

y

la ilumina: fuera

de

su escuela ,

no

hay

sino

ignorancia,

ilusion ,

falsedad,

extrav~gan,cia:

fuera de la

·1g1e~ia

no

hay

sino tiniebl as;

si raya

algu?1a

luz' ésta

no

puede ser

~ ino

aquellas som

0

brfas vi ;;;lumbres

que las' malignas exhalaciones producen;

falso

respla ndor, fuegos fátuos,

que

llevan

todos

pre–

cipjcio,

y

que h cen ex rraviarse

y

desb· rra r. Mirad

a

to–

dos los hereges que ha

habido

desde el

n a.dmi~nto

de la

I füesia: no h a t abido

uno

que no

haya

segu ido su pro–

pio

e~pfritu

y

sus

prop~as

luces con

perjuicio

de la

ver–

d .~ d.

Ob<1 tína

os

en no

querer

oir

a

la

lglesia

¡en que

hor–

rendas

e><t_rav agaocia ~ ,

en qué

lastimosos

e rrores no han

caido,

no siguiendo sino las débiles luces de;: su

t:n tendi-

Tom. V.

M 3

míen-