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DOMI 'GO DOCE

, gra~ 1 a

nada

podemos hacer que nos

conduzca

a

la sal–

vac10n.

Con la

ayuda

de su

gracia

nos hizo el

Señor

a r tos

e

idóneos

pa ra el

mininterio

de la nueva

alianza,

continúa

el santo após to l. ,

ho

con la letra ; esto es, no con

la

ley

de Moy ses

scrita en la pied ra

y

en

los

libros .de Ja an–

ti gua

ley

.nos hizo idón :: os para

el

apostolado por el es–

píritu de

la nue va ley

que

nos

da el

Espí

itu

santo,

y

la

grac b

p~ua

obrar

lo

que

la

ley manda

y

ordena. La

ley

de

Moys'-'S

mandaba

el bien,

y

prohibia el mal ;

pero

no

daba las fue rzas que se necesitaban para practica.r el uno

y

evita r el ot ro. La ley de J esucri-no enseña con mucha

mas

perfeccion

lo

que se debe

evitar,

y

lo

que se

deb~

hacer;

y

al

mismo

tiempo da ]a gracia

y

la

:fu

~

ara

hacer lo que se debe:

Lítera enim occídit,

añade el após–

tol,

S píritus autem -vi víffrat ;

porque

la

let ra mata,

y

el

espíritu v

iv ífi

a; quiere decir,

qu~

la ley de Moyses cau–

saba ]a

muerte,

ya

sea

porque

era

una

ley de

rigor

que

cas tigaba con p na .de muerte

]as

transgresiones mas le–

ves , ya po rque siendo extremaq1ente

pes~do

el yugo que

impon ia ,

daba con esto ocasion

a

una infin idad de peca–

dos,

que

causaban

la

muerte del alma , no

dando

los

so·

cor ros podexosos

para e vitarlos.

El

espíritu,

al

contrarío,

v ivifica ;

quiere decir con es to, que Ja

ley

de Jesucristo

es una ley de amor

y

de suavidad, que tiene virtud para

comunica r por

misma la gracia

del

E spírit u santo, en

q ue consiste la vida del alma.

La

letra mata;

es decir,

la

-ley

escrita no era la causa del pecado: ella no

indu–

ci a

a

pecar solamente ' daba o ca ion para

cometer, mu–

chos pecados por la infinidad de ceremonias legales

a

que

sujetaba

a

los

judíos;

las quales, aunque eran santas, se

h ubieran podido omitir. impunemente, si la

ley

no las hu–

b iera ordenado: esto es lo que

hace

decir

a

San Pablo,

C]Ue

donde

no

ha

y

ley

no.

hay

traosgresion.

El

espíritu

vivifica,

mas esta ley

escnta,

cargada de tantos precep–

t os

y

ceremonias,

intimad~s

todas

baxo

tan graves pe–

n as , dando

la~

luces suñcieores para conocer el rnal , no

d aba

por sí

misma la g raci a para

ev1tarl r:.

El espíri tu, al

contrario, vivifica; es decir, la

ley

nueva, que es ley de

gracia, no sujet

a

todas estas ceremonias legales, pres–

cribe lo que

~e.

debe evitar

1

y

lo que se dtbe hacer,

y

al