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DESPUES 'DE PENTECOSTES.

169

t ldad sino por respeto

a

aquellas acciones

ruidosas '

a

aquellos milagros de peni tencia '

a

aquellos dones de su-

, blíme

Gontemµlacion,

que se

admi ran

en

la vida de los

mas

grandes Santos. Cor rige el dia de hoy es ta fa lsa idea ;

y

vuelto de un error tan grosero , descubre este tesoro en tu

propia he redad ' en tu

pro?iO c ampo.

Persuáde te

a

qu'e

tu per feccion está obligada

a

las oblip-aciones de

tu

esta–

do. A la muger fuerte la alaba el Espí ri t u santo por haber

hilado, por haber· velado continuamente sobre las cosas

caseras , por haber tenido cuidado de proveer

a

las nece–

sidades

de

su

familia, por haber

tenido

una

religiosa

sumi–

sion

a

la voluntad de

su

marido. Tal

debe

ser el elogio

de

una

qama

de

una señora

crlstfana.

Dios

.no gusta

qne

te

(..._,'\.~ "

..

Dd

el

dia

en la Iglesia

y

en los hospitalés , si tu

ausencia puede

ser

ocasion

a

tu familia para que se desman–

de. No hay vi rtud donde no hay órden;

y

trastornas el

órden desde

'el

punto que descuidas

de

tus ooligaciones.

Dirás que hay tiempo para todo, sí; pero haz cada cosa

_en ·

tu tiempo. Ten zelo por la sal vacion de los otros ; pero

no descuides de la tuya. Haz que el tie'IT!Pº que

empleas

en obras de su pererogacion, sea el que te dexan libre tus

obligaciones. Haz limosnas; per o paga al jornalero , al ar..

tesano ,

y

qualquiera otra deuda de justicia. Esta lecciones

de las mas impor tantes. .No hay devocion quando no se

cumple con las obligaciones del propio es tado.

2

Este artículo sea siempre el primero de . tu

examen

de concieücia.; Y.

en

todas tus confesiones tengan siempre

el primer lugar las faltas contra las obligaciones de tu es–

tado; y

no lleves cuenta con esas

obras

que juzgas te

hacen tanto honor ' si faltas

a

estas primeras obligaciones,

que

comunmente son de ningun lus t re

a

los ojos del mun–

do;

p .ro de un gran precio

a

los de Dios.

¿

Eres · religio–

so~

Infórmate de tus .obligaciones ,

y

sé un exacto

obser-·

vador de Jas menores

reglas~

\Jn gran zelo es muy loable:

los rigores de

la

penitencia sirven mucho para adqui ri r la

per feccion ; pero si haciendo muchas cosas ,

a

que no es–

tás

obligado, te Jispensas de las que Dios exige de

ti:

si

con

un

zelo tan ardiente, tan vivo,

y

tan laborioso que–

b rantas

habitualm¿n~

las observancias religiosas : si ex–

hortando

a

los

otr.ps

con tanta e1oqüencia

a

que

s~an

(er–

vorosos , puntuales , mortificados eres tú

poco iUmiso , po-

co