Table of Contents Table of Contents
Previous Page  175 / 416 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 175 / 416 Next Page
Page Background

DESPUES DE PBNTECOSTES.

165

MEDITACION

'\

De la 'Verdadera de·vocion propia de cada estado.

P U N T O P R I

M

E R O.

Considera, que cada

uno

mira la santidad con respecto

al estado

en que

no

está;

y

po.cas personas se aplican

a

ad–

quirir.la

virtud propia del estado en que se h allan. El po-

,

bre pien

sa

en

los grandes medios

que

tienen los ricos

p8ra

santificarse.

Los r icos creen

que

no es fácil hacerse uno san–

to , sino

u~

do es pobre. La vejez les pa rece

a

los jóve–

nes -el muco t iempo

propio para

obrar

su

salvacion; el

que

es

viejo,

cree

que

con la juventud

se pasó

la estacion ., di–

gámoslo as í ,

de

la santidad. L as gentes del mundo creen

que su estado es poco

a

p ropósito para la santidad: las

m isma ) p ersonas reli giosas

no miran

a

la

santidad sino en

lo sublime

y

maravilloso; ninguna cosa les parece santa, si

no

es

exceso , si

no

es milagro. De este modo la santidad,

que

es un fruto, por, decirlo así, que nace en todas las tier–

ras, no

se

encuentra,

si

se cree

a

nuestro

~mor

propio

ya

' nuestra imaginacion, sino en sitios

y

lugares inaccesibles.

Pero, Dios mio,

i

que significa el mandamiento tan ex–

preso

que

nos intimais de ser perfectos

como

lo es nuestro

Padre celestial

?

¿Que edad , Señor ,

o

qué

estado habeis

dispensado de esta

ley? Y

si

hay

un solo cristiano que no .

pueda

ser santo;

i

a

que

fin

proponerles universalmente

a

todos un tal modelo.

-

·

Es cierto que .Dios

quiere

verdaderamente

que

cada

uno de nosotros sea santo; pero no

es

ménos cierto que

jamas serémos santos sino cumpliendo perfectamente

con

las

obligaciones particulares del estado en que D ios nos

ha

puesto. Es falsa qualquiera idea de santidad que no . ea de

este carácter.

Esos

exercicios devotos poco proporciona–

dos

y

poco convenientes

a

··nuestro estado son unas puras

ilusiones de nuestro orgullo,

u

del amor propio.

Con

es–

tos

falsos brillos el enemigo de la salvacion se bur la de la

credulidad de una alma simple,

y

la engaña. Toda devo-–

cion que nos saca de nuestro puesto, es un desbarro.

¡Que

error

mas grosero, Dios

mio ,

qué

error mas uni-

Xom. V.

L 3

ver-