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'

.

' 168

D0Iv1INGO ONCE'

estado, no se

le

puede dar el tftn!o de siervo prudente

y

fi el. Recorre todas las condiciones , no hálla rás un Santo

. que no

haya

caminado por es ta

ven~da ;

toda otra senda

es un ex trav ío.

¡

Que consuelo hallar en mi condicion, en

mi

es tado,

en

mi

ed.ad

tanta

abundancia de gracias,

tanta

multitud-de soco rros, de medios , de

exemplos

!

¡Pero que

pesar buen Dios

!

¡

Que desesperacion , no haberlos adver–

tido,

o

no

haberme

querjdo servir de ellos !

Me avergüenzo ·., Señor , me confundo,

y

conozco lo

rn ':ll que he hecho en

haberme

fo rjado una imaginaria im–

posibilidad de

llegá1'

a

tma virtud

eminente'

si no .salia de

mi estado. En mis obligaciones

y

quehaceres ordinarios en–

cuentro con que ·

hacerme

·santo con

la

ayuda de vuestra

, gracia;

haced que de hoy

.en

mas sepa apro

~cL

...

un...

de ·

todo para hacerme santo.

J

A C U

t.

A T O R 1

A

S.

Qtúe

plácita stmt ei,

fácio

semper

Joann. 3.

Dios mio,

e~toy

seguro que haré siempre

lo

que os

place,

si cumplo fie lmente con todas las obligaciones de mi es–

tado.

Quam bonus Israel Deus his, qui recto sunt carde.

Salm.

72.

¡Que bueno

es

el Dios de Israel para 1os que le sirven con

un corazon recto

!

P R O P O S I T O S.

r

Es

un~

estratagema

muy

comun del enemigo .de

nuestra

sal

vacion

el hacer

que

se

mire

la santidad como un

fruto de los paises extranger0s,

y

que no crece sino en la

cima de los mas aftos montes. Con estas falsas preocupa–

ciones nos parece que la santidad es una cosa muy fuera

de nuestro estado, de nuestra edad, de nuestra condicion:

nuestra

-imaginacion

no nos la pinta. jamas sino muy

el

Jo

l ~jos

,

y

con co·lores poco comunes.

i

Se está en el

mundo

~

No se

considera

la

santidad ,

sino

como refu–

giada en el claustro , baxo las maceraciones

y

austeri •

dades del estado religioso.

i'

Se tiene la dicha de haber

abrazado la vida religiosa? Se desmaV-a en el camino

de la

perfecdon;

porque no nos representamos la san-

ti-