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LIBRO TERCERO DE LOS REYES.

vestibus tuis : porro Rex Israel

mutavit habitum suum , et in-·

gressus. est bellum.

31

Rex autcm Syriae prae–

~eperat

Princi pibus curruum tri–

ginta duobus, dicens: Non pug–

na:bitis contra, minorem et ma–

iorem quempiam .; nisí contra

Regem Israel solum.

.

32 Cum ergo vidissent Prin–

cipes

cur~·~tn

Iosaphat , suspi–

cati

sunt4111;~iJOcj.

ipse

esset Rex

Israel , et imp.etu faéto pugna–

bant contra eum : et exclamavit

~osaphat.

33

lntellexeruntque

Prínci–

pes c.urruum quod non esset Rex

lsraei, et cessaverunt ab eo:

34 Vir autem quidam teten–

dit arcum 'in incertum sagittam

dirigens , et casu percussit Re–

gem Israel ínter pulmonem et

stomachum. .At

illf

dixit auri–

gae

suo

:

Verte

anum

tuam,

et eiice me de exercitu , quía·

graviter vu-lneratus sum.

35

Commissum est ergo prae–

lium in die illa , et Rex Israel

stabat in curru suo .contra Syros,

et mortuus est vt:;spere

fl.uebat

9ia otro Rey que él en el exército ; pero

en la ·realidad por temor de los Syros,

pues sabia que no buscarían a otro que

a él; o mas bien para evitar por este me–

dio el peligro de muerte que le amenaza–

ba , y que le había anunciado el Pro–

pheta

MrQUEAS.

Para que los Syros conociesen que

no era él el Rey que buscaban• .En el

u.

de los Paralip. xvrii.

31. se dice que

clamó al Señor , implorando su s.ocorró:

uno

y

otro pudo ser.

• MS. 8.

E diéro11le .'vagar.

3

MS.

Por entre las jrmtas de las

f ojas.

MS. 7·

E11tre el cabra! e el baci–

nete.

El

Rey de Syria babia tomado la$

talla ,

y

lleva tus propios .vesti–

dos : mas el Rey de lsraél mudó

su vestido, y entró en la batalla.

31 Y

el

Rey de Syria había

mandado a los treinta

y

dos Co–

mandantes de sus carros, dicien–

do: No peleareis contra alguno

chico ni grande , sino solo con–

tra

ef

Rey de Israél.

. 32 Los Comanda ntes pues de

los carros quando vieron a Josa–

phát, entraron en rezelo de que a-

.quel era el Rey de Israél, y echán–

dose encima peleaban contra él:

y Josaphát dió un grande grito '.

33 Y los Comandantes de los

carros reconocieron que no era

el

Rey de Israél, y dexáronle estar •:

34 Mas un hombre flechó su

arco, tirando a la ventura una sae–

ta, y casualmente hirió al Rey de

Israél entre los pulmones y el

es–

tómago

3,

Y

él dixo a su coche–

ro

4 :

Toma la vuelta , y sáca–

me fuera del exército , porque

:

est,Qy malamente herido.

35

Se dió pues la batalla en

.. aquel dla ,

y

el Rey de Israél

estaba en su •arro vuelto hácia

. los Syros s, y murió por la tarde:

medidas mas justas para que pereciese A–

cáb ; y este todas las precauciones posi–

bles para evitar la muerte. Acáb disfra–

zad·o quedó oculto a los enemigos ; pero

Dios le veía , y le seguía; y quando vino

el momento terrible

decret:~do

por su jus–

ticia , un hombre tiró a la ventura una

flecha como perdidl; pero dirigida esta

por una mano invisible , llegó a herir a

Acáb , y a darle el golpe de

b

muerte.

4

MS.

3· Y

dixo

a m

raptÚ.

s N o habia abandonado el exército;

sino que retirado de él sostenía la accion

con

so

presencia , y alentaba a los suyos

que no sabían que estaba herido mortal–

mente ; hasta que fa ltáudole las

fuer;¡;a~t