CAPITULO XIX.
D:>mine , tolle animam meam:
neque enim melior sum quam
patres mei.
5
Proiecitque se, et obdor–
mivit in umbra iuniperi: ét ec–
ce Angelus Domini .tetigit eum,
et dixit
illi:
Surge., · et C{)me–
de.
6 Respexit , et ecce ad caput
su um subcinericius panis, et vas
aquae : comed it ergo et bibit,
et ·rursum obdormivit.
7 Reversusque est Angelus
Domini secundo , et tetigit eum,
dixitque illi.: Surge , comede:
grand is enim tibi restat vía.
8 Qui cum surrexisset , co–
medit et bibit, et ambulavit in
fortitudine cibi illius quadra–
ginta diebus et quadraginta no–
étibus , usque ·ad montem Dei
Horeb.
9 Cumque venisset
il
ua mam
sit in spelunca: et ecce se m
Domini ad eum, dixitque
illi:
¿Quid hic agis , Elia
~
sino por zelo de la glo. de Dios. Veía
con dolor que los milagros que acababa
de hacer, sol.unente
h~bian
hecho una
impresion superficial y pasagera en el
corazon de los Israelitas , y que Acáb era
siempre el mismo. en su impiedad. Por
no caer pues en sus manos , y que con
desdoro de la religion le hicjese quitar la
,,ida, huyó de su presencia, y pidió al
mismo tiempo a Dios que fuese él el que
se la quit2se , para no ser testigo de tan–
ras abominaciones y sacrilegios.
' El haber vivido hasta ahora , y el
haber triumphado de Acáb , y hecho de–
gollar a los
f~lsos
prophetas de Baal.
• Para no dar lugar a que me la qui–
te
J
ezabél con menoscabo de tu. gloria y
de la verdadera religion.
3
Que los otros Prophetas que me
han precedido , y a quienes este Pueblo
hize morir. Moysés
hi:~:o
a Dios una sú-
ñor • , t6mame esta mi ánima •;
pues no soy yo mejor que mis
padres
3,
5 Y
tendi6se en tierra ,
y
qued6se dormido
a
la sombra
del enebro ; y
he
aqu~ ·
un Án–
gel del Señor le toc6 ,
y
le di–
xo : Levántate , y come
4,
6 Mir6,
y
vi6
junto a su ca–
beza un pan cocido al escaldo,
y
un vaso de agua; com· 'pues y be–
bi6, y ech6se a
d ~r;nt
e nuevo.
7 Y ))Olvi6
e1
Ange del Se–
ñor segunda vez, y toc6le,.
y
dí–
xole: Levántate, come ; porque
te queda un largo camino.
8 Habiéndose él 1evantado
1
comi6 y bebi6 ,
y
confortado
con aquella comida
s
anduvo
quarenta dias
y
quarenta no–
ches
6
,
hasta llegar al monte de
))íos Horéb
7,
9 Y habiendó llegado allá,
moraba en una
C~>~
v-a
:
¡y
luego
el Señor le habl6 , y le dixo:
¿Qué haces aquí, Elías'ª
plica semejante , apurado de las ce>ntra–
diccioncs y murmuraciones que tenia que
sufrir de la parte de los I sraelitas.
4
N unca está el Señor mas cerca del
justo para asistirle que en la afliccion ,
y
quando parece que le faltan todos los
recursos humanos.
5
La I glesia despues de Jos Santos
Padres reconoce en este pan milagroso
una de las mas excelentes figuras de la
Divina Eucaristía.
6
Errando de una parte a otra pot
el des(erto ; porque para ir una jornada
mas allá de Bersabee hasta Horéb no ne–
cesitaba tanto tiempo.
7
Este es el monte Horéb o Sínai,
sobre el que Dios había publicado su divi–
na Ley.
E
lías al fin de este viaje se retiró
a un a. gruta de esrc monte ¡
y
es muy ve–
risímil que fuese la misma en que Dios
se apareció a Moysés.
,Exod.
XXXIII..
22 .