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LIBRO SEGUNDO DE LOS REYES.

35 Habens autem tecum Sa–

doc et Abiathar Sacerdotes : et

omne verbum quodcumque au–

dieris de domo Regís, indicabis

Sadoc et Abiathar Sacerdoti–

bus.

36

Sunt autem cum eis duo

filii eorum , Achimaas filius Sa–

doc , et Ionathas filius Abia–

thar : et mittetis per eos ad me

omne verbtAn quod audieritis.

37

Veniente ergo Chusai a–

mico David in Civitatem, Ab–

salom quoque ingressus est Ie–

rusalem.

d el Príncipe,y esto le dió la proporcion de

desconcertar rodos los designios y consejos

de Aquitophél , como veremos despues.

35 Y tendrás contigo a Sa–

dóc y Abiathár los Sacerdotes:

y todo lo que oyeres. de la ca–

sa del Rey, darás de ello avi–

so

a Sodóc y Abiathár los Sa–

cerdotes.

36 Y en su compañía están

sus dos hijos, Aquimaas hijo de

Sadóc, y Jooathás hijo de Abia–

thár : y por ellos me enviareis a

decir todo lo que oyereis.

37 Y al mismo tiempo que

llegaba Cusai amigo de David

a la Ciudad , entró tambien Ab–

salóm en J erusalem

1 •

1

Entró por la puerta oriental de

la Ciudad , al mismo tiempo que Absa–

lóm entraba por la del mediodía.

C A P 1 T U L O X VI.

David precipitadamente despoja de sus bienes a Miphibosétb

,

JI

se los

da a S-ib ";j,ue le ofrece víveres. S emei maldice a David, quien impi-

·

de que le Jlla en. Absalóm Juego que

sntró en - ferusalem abusa de

las concubinas. de su padre con escándalo We iodo

el

Pueb]o.

1

Cumque David

transis–

set paululum montis verticem,

apparuit Siba puer Miphiboseth

~

1

Y

luego que David pas6

un poco la cima del monte, sa–

lióle al camino Siba

1

criado de

~~

1

Luego que Siba vió la resolucion

que tomaba el Rey de abandonar su Cor–

te, concluyó sin balancear, que Absalóm

perecería,

y

que David volvería al thro–

no. Pero este hombre malvado se gana la

gracia de David a expensas de Miphibo–

séth su señor , haciendo traicion a sus in–

tereses con una insigne alevosía. Dando

un ayre de sencillez a las palabras con que

responde a David , le sorprehende facil–

menre en las tristes circunstancias en que

estaba , viéndose abandonado por aquellos

mismos que él creía serie mas fieles. Y así

no dudando de la sinceridad de Siba, con

una credulidad -precipitada castigó a un

inocente , incapaz de defenderse , v. 4·

Por esto es muy dificil que los Príncipes

estén siempre en vela contra aquellos, qu.e

mostrándose llenos de zelo

y

amor por u

servicio ·, ocultan baxo de esta máscara,

como Siba, un espíritu de interes , de ma–

lignidad

y

de calumnia, armando sus len–

guas contra los inocentes que no se hallan

en estado de poderse defender. Y quaneo

un Príncipe tiene el corazon mas reéto ,

y

distante de toda doblez , tanto ménos se

inclina a sospechar en los otros el mah•a–

do designio de que lo quieren engañar.