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234

LIBRO SEGUNDO DE LOS REYES.

erit nobis effugium a facie Ab–

salom : festinate egredi , ne for–

te veniens occu pet nos , et im–

pellat super nos

ruinam , et

percutiat Clvltatem in ore gla–

dli.

15 Dixeruntque serví Regís

ad eum : Omnia quaecu!hque

praeceperlt dominus noster Rex,

libenter exequemur servi tui.

r6

Egr~sus

est ergo Rex et

universa domus

eius

pedibus

suls : et dereliquit Rex decem

mulieres concubinas ad custo–

diendam domum.

I(

Egressusque Rex et om–

nis

Israel pedibus suis , stetit

procul a domo :

r8

Et universi serví eius am–

bulabant iuxta eum ; et legiones

Cerethi et Phelethi et ornnes

Gethaei, pugnatores valldi , sex–

centi vir' qui secuti eum fue–

rant de Geth pedites , praecede–

bant Regem.

19

Dixl

autem

Rex

ad

que no hallaremos medio para

li–

brarnos

1

de Absalóm: :salid pron–

tamente, no sea que llegando nos

sorprehenda , y traiga la ruina

sobre nosotros , y pase a cuchi–

llo la Ciudad.

rs

Y los siervos del Rey le

di–

xeron: Nosotros tus siervos execu–

taremos de buena voluntad todo lo

que ordenare el Rey nuestro señor.

r6

Salió pues el Rey a pie

con

toda su familia ; y dexó

diez mugeres de sus concubinas

para que

guardasen el Pala–

cio

z.

17

Ydespuesde haber salido el

Rey a pie con todos los de lsraél, se

paró

3

estando ya.léjos de su casa :

r8

Y todos sussiervos iban asll

lado ; y las legiones de los Cere–

théos4'y de los Phelethéos y todos

los Gethéos

s

,soldados de valor, en

número de seiscientos hombres de

apiequelehabianseguidoenGeth,

caminaban delante del Rey.

19

Y dlxo el Rey a Ethai

IS

\

t.,.-...,~

.

1

MS. 8.

No avremosgarnimimto.

Un

exterior tan triste en este santo Rey no es

efeél:o de abatimiento ni de consternacion,

lino de sentimientos de penitencia de que

su corazon se halla penetrado. Registran–

do en la conspiracion de su hijo y de sus

vasallos el justo castigo de su rebelion con·

tra su Criador ; acepta con entera sumi–

sion el cáliz que el Señor le presenta.

• Micól , Aquinoám , Abigaíl y Beth–

sabec eran mugeres de David , que tenian

título de Reynas , cuyos hijos podian su–

cederle en la corona : las

concubi1zas

eran

mugeres legítimas , pero de

órd~n

infe–

rior, y sin ningun título , como ya

dexa~

mos notado en varios lugares.

3

Para pasar revista , y poner en 6r–

den la gente que le seguia.

~

-Se

cree que estos eran los que guar–

daban su_persona. Eran Prosél

y

tos , y o–

tiandos de los Philisthéos. Supra

vru. _r8.

s Que

alira?~ndo

la religioo de los:

Hebréos , se hab1an ofrecido al servicio d@'

David luego que entró a reynar.

6

Este sin duda acababa de

llegar

de su paí.s ; y David por su valor le

había dado el mando de aquellos seis–

cientos )10mbres. Es cosa digna de admi–

racion que David , a exception de sus do–

mésticos , no llevaba en su compañí.1sino

solos forasteros :

y

que en este abandono

general en que se hallaba , quando debía

atender particularmente a su propio peli–

gro y a la seguridad de su persona , lleno

de sentimientos de humanidad y de justi–

cia creyó no deber envolver en su d.:sgra–

cia a estos hombres valerosos, que acaba–

ban de dexar su patria

y

su religion por

hallar reposo

y

establecimiento seguro

cerca de su persona. Y así les da gracias

por sus servicios , y manda que se reti–

ren, y seqneden encompañíadcAbsalóm.