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LIBRO SEGUNDO DE LOS REYES.
erit nobis effugium a facie Ab–
salom : festinate egredi , ne for–
te veniens occu pet nos , et im–
pellat super nos
ruinam , et
percutiat Clvltatem in ore gla–
dli.
15 Dixeruntque serví Regís
ad eum : Omnia quaecu!hque
praeceperlt dominus noster Rex,
libenter exequemur servi tui.
r6
Egr~sus
est ergo Rex et
universa domus
eius
pedibus
suls : et dereliquit Rex decem
mulieres concubinas ad custo–
diendam domum.
I(
Egressusque Rex et om–
nis
Israel pedibus suis , stetit
procul a domo :
r8
Et universi serví eius am–
bulabant iuxta eum ; et legiones
Cerethi et Phelethi et ornnes
Gethaei, pugnatores valldi , sex–
centi vir' qui secuti eum fue–
rant de Geth pedites , praecede–
bant Regem.
19
Dixl
autem
Rex
ad
que no hallaremos medio para
li–
brarnos
1
de Absalóm: :salid pron–
tamente, no sea que llegando nos
sorprehenda , y traiga la ruina
sobre nosotros , y pase a cuchi–
llo la Ciudad.
rs
Y los siervos del Rey le
di–
xeron: Nosotros tus siervos execu–
taremos de buena voluntad todo lo
que ordenare el Rey nuestro señor.
r6
Salió pues el Rey a pie
con
toda su familia ; y dexó
diez mugeres de sus concubinas
para que
guardasen el Pala–
cio
z.
17
Ydespuesde haber salido el
Rey a pie con todos los de lsraél, se
paró
3
estando ya.léjos de su casa :
r8
Y todos sussiervos iban asll
lado ; y las legiones de los Cere–
théos4'y de los Phelethéos y todos
los Gethéos
s
,soldados de valor, en
número de seiscientos hombres de
apiequelehabianseguidoenGeth,
caminaban delante del Rey.
19
Y dlxo el Rey a Ethai
IS
\
t.,.-...,~
.
1
MS. 8.
No avremosgarnimimto.
Un
exterior tan triste en este santo Rey no es
efeél:o de abatimiento ni de consternacion,
lino de sentimientos de penitencia de que
su corazon se halla penetrado. Registran–
do en la conspiracion de su hijo y de sus
vasallos el justo castigo de su rebelion con·
tra su Criador ; acepta con entera sumi–
sion el cáliz que el Señor le presenta.
• Micól , Aquinoám , Abigaíl y Beth–
sabec eran mugeres de David , que tenian
título de Reynas , cuyos hijos podian su–
cederle en la corona : las
concubi1zas
eran
mugeres legítimas , pero de
órd~n
infe–
rior, y sin ningun título , como ya
dexa~
mos notado en varios lugares.
3
Para pasar revista , y poner en 6r–
den la gente que le seguia.
~
-Se
cree que estos eran los que guar–
daban su_persona. Eran Prosél
y
tos , y o–
tiandos de los Philisthéos. Supra
vru. _r8.
s Que
alira?~ndo
la religioo de los:
Hebréos , se hab1an ofrecido al servicio d@'
David luego que entró a reynar.
6
Este sin duda acababa de
llegar
de su paí.s ; y David por su valor le
había dado el mando de aquellos seis–
cientos )10mbres. Es cosa digna de admi–
racion que David , a exception de sus do–
mésticos , no llevaba en su compañí.1sino
solos forasteros :
y
que en este abandono
general en que se hallaba , quando debía
atender particularmente a su propio peli–
gro y a la seguridad de su persona , lleno
de sentimientos de humanidad y de justi–
cia creyó no deber envolver en su d.:sgra–
cia a estos hombres valerosos, que acaba–
ban de dexar su patria
y
su religion por
hallar reposo
y
establecimiento seguro
cerca de su persona. Y así les da gracias
por sus servicios , y manda que se reti–
ren, y seqneden encompañíadcAbsalóm.