CAPITULO XIV.
C
A
P I T U L O X 1V.
:Joáb éon la industria de una muger de Thécua logra que David pet'-"
mit a a Absalóm volver a Jerusalem: pero aunque volvió, no vió
er~
dos años el rostro de su padre
;
hasta que por i11tercesion del mismo Joáb
fué admitido a su presencia,
1
lntelligens auterrt Ioab
fi–
iius Sarviae , guod cor Regís
versus esset ad Absalom,
2
Misit Thecuam,et tulit in–
de mulierem sapientem: dixitqua
ad eam: Lugere te simula , et in-–
duere veste lugubri, et ne unga–
ris oleo , ut sis quasi mulier iam
plurimo tempore lugens mor–
tuum:
3
Et ingredieris ad
Regem~
et loqueris ad eum sermones hu-
i uscemodi.
Posu~t
aJUte lo
~erba
in ore eius.
4
!taque cum ingressa
fui s~
set mulier Thecuitis a
egem;
cecidit coram eo su
r
erram,
et
adoravit , et dixi : erva me,
Rex.
5
Et ait ad
ea~
Rex : ¿Quid
causae habes
?
Quae respondit:
Heu , mulier vidua ego sum : mor–
tuus est enim vir meus.
6 Et ancillae tuae erant due
filii: qui rixati sunt adversum se
in agro , nullusque erat qui eos
prohibere posset : et percussit
alter alterum, et interfecit eum.
7 Et ecce consurgens uní–
versa cognatio adversum ancil-
• Sarvia era hermana de David.
• Ciudad de la Tribu de Judá , que
distaba doce mil pasos de Jerusalem
al
mediodí a.
3
Le sugirió
1
y enseñó todo
lo
que
Tom. III.
./
t
Mas
J
oáb hijo de Sarvia
t;
conociendo que el
c~·azon
de Da-'
vid estaba inclinado a Absalóm;
2
Envió a Thécua
2
i
e hizo ve–
nir de allí una muger astuta; y dí•
xole: Finge que estás·de duelo,
y·
ponte un vestido de luto, y no te
unjas con óleo, para que parez·cas
como una muger que ha ya mu–
cho tiempo que llora a un muerto:
3 Y
te presentarás al Rey,
y
le
dirás estas y estas vazones.
Y
J
oáb puso en su boca
3
las palabras
que habJa de deeit.
4
!La muger pl!leS de Thécua;
habiendo entrado a
}a
'Presencia
del iRey; postróse
en
tierra de–
lante de él, y- le adoró, y dixo:
O Rey, sálvame.
5
Y díxole el Rey:¿ Qué es lo
que tienes? Ella le respondió: Ay,
yo soy una muger viuda ; pues
se
me ha muerto mi marido.
6 Y tu sierva tenia dos hijos;
los quales riñeron uno con otro en
el campo, y no se hallaba perso–
na alguna que los pudiera despar–
tir¡yelunohirióalotro, y lemató
4 •
7 Y ahora levantándose toda
la parentela contra tu sierva , di-
habia de decir y hacer presente al Rey .
4
Esta es una parábola , en que
J
oáb
instruyó a esta muger, pa1·a alcanzar del
Rey el perdon de Absalóm , como evi–
dentemente se infiere de los vv.
19.
y
20.
Ff