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194

LIBRO SEGUNDO DE LOS REYES.

nurn ante

faciem

tuam

a

,

et

thronus tuus erit firmus iugiter.

17

Secundum

omnia verba

haec , et

í~xta

univ€rsam visio–

nem istam , sic

loc~tus

est :Na–

than ad David.

. 18

Ingressus est autem Rex

David , et sedit coram Domino,

et dixit : ¿ Quis ego sum , Domi–

ne Dells , et quae .domus mea

quia

adduxis~

me hucusque?

19

Sed et hoc parum visum

est in conspeétu

tuo , Domine

Deus, nisi loquereris etiam de

.domo serví tui in longinquum:

ista

eSt

enim Lex Adam , .Domi–

ne Deus.

20

¿Quid ergo addere poterit

adhuc David , ut

loquatur ad

te ? tu enim seis servum tuum,

Domine Deus.

2r

Pr0pter verbum ·tum, et

Porque ántes de morir verás a

tu

hijo Salompn. se tado en el throno. Los

LXX.

~ {3:t~TIAEÍa

CTOU

flllS

aiwvo;

hw?rlÓV

J.l.ov

,

tJt

Reyno hasta m el siglo delante

de

m[,

lo que es muy conforme a lo del

Psalm.

r.xxXVIIJ .

.38...

Szt throno co–

mo el Sol

m

mi presmcia.

Se entenderá

bien esta Prophecía

teniendo presente,

que desde el v.

12.

hasta todo el

16.

hay

unas cosas que convienen a Christo sola–

mente : otras solamente a Salomón ; y

otras a Salomón y a Christo.

• Delante del Arca del Señor. Algu–

nos siguiendo la fuerza del Hebréo ex–

plican el

sedit

por

mansit ,

diciendo : que

entró en el atrio del Santuario , y que

permaneció allí largo rato dando gracias

y orando al Señor. JosBPHo

Lib.

VII.

Antiquit. Cap.

zrr.

supone que se postró

y

oró al Señor rostro por tierra.

3

¿Para que tú me hayas rraido y ele–

vado hasta el punto de grandeza en que

a

Psalm.

LXXXVIII•

.38.

H ebraeor.

1.

8.

lante de tu rostro

1

,

y tu thro–

no será firme para siempre.

17

Segun todas estas pala–

bras , y

segun

toda esta

vi~

sion , así habló Nathán a Da–

vid.

18

Y entró el Rey David,

y

sentóse delante del Señor

z,

y di.–

xo: ¿Quién soy yo, Señor Dios,

y

qué es mi casa para que tú me ha–

yas conducido

3

hasta este punto?

19

Mas aun esto ha parecido

poco en tus ojos, Señor Dios, pues

has hablado tambien de la casa

de tu siervo para tiempos distan–

tes ; porque esta es la Ley de

Adá~

4,

o Señor Dios.

20

¿Qué cosa

s

pues añadi–

rá aun David que pueda decir–

te? porque tú , Señor Dios, cono–

ces a tu siervo.

~

1

Por amor de tu palabra,

y

m,e veo hoy dia? Y como si esto no fue–

ra bastante , tratas ahora , Señor

,

de es•

tablecer mi casa en los siglos venideros.

4

Porque los.\lombres

,

siendo su vi–

da de corta duracion

,

no pueden ser

grandes sino en sus sucesores. Otros ex–

plican el nombre de

Ad:mz

no como ape–

lativo , sino como propio de esta mane–

ra: Te porras hoy conmigo como te por–

taste en el principio con Adam : le pro–

metiste la inmortalidad si permanecía Jiel

a tus palabras : y esto mismo haces hoy

conmigo , prometiéndome una eterna pos–

teridad. Otras

expo~iciones

de este lugat

se pueden ver en CALMET y en otros.

s En vista de esto , ¿qué cosa puedo

yo añadir para explicar mi gmitud y re–

conocimiento? O en vista de tanto co–

mo me has dado , ¿qué me queda ya que

desear o qué pedirte ? Vos, Señor, veis

el

fondo de mi corazon

,

y quán indigno me

reconozco de tan grandes favores.