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LIBRO SEGUNDO DE LOS REYES.
nurn ante
faciem
tuam
a
,
et
thronus tuus erit firmus iugiter.
17
Secundum
omnia verba
haec , et
í~xta
univ€rsam visio–
nem istam , sic
loc~tus
est :Na–
than ad David.
. 18
Ingressus est autem Rex
David , et sedit coram Domino,
et dixit : ¿ Quis ego sum , Domi–
ne Dells , et quae .domus mea
quia
adduxis~
me hucusque?
19
Sed et hoc parum visum
est in conspeétu
tuo , Domine
Deus, nisi loquereris etiam de
.domo serví tui in longinquum:
ista
eSt
enim Lex Adam , .Domi–
ne Deus.
20
¿Quid ergo addere poterit
adhuc David , ut
loquatur ad
te ? tu enim seis servum tuum,
Domine Deus.
2r
Pr0pter verbum ·tum, et
•
Porque ántes de morir verás a
tu
hijo Salompn. se tado en el throno. Los
LXX.
~ {3:t~TIAEÍa
CTOU
flllS
aiwvo;
hw?rlÓV
J.l.ov,
tJt
Reyno hasta m el siglo delante
dem[,
lo que es muy conforme a lo del
Psalm.
r.xxXVIIJ .
.38...
Szt throno co–
mo el Sol
m
mi presmcia.
Se entenderá
bien esta Prophecía
teniendo presente,
que desde el v.
12.
hasta todo el
16.
hay
unas cosas que convienen a Christo sola–
mente : otras solamente a Salomón ; y
otras a Salomón y a Christo.
• Delante del Arca del Señor. Algu–
nos siguiendo la fuerza del Hebréo ex–
plican el
sedit
por
mansit ,
diciendo : que
entró en el atrio del Santuario , y que
permaneció allí largo rato dando gracias
y orando al Señor. JosBPHo
Lib.
VII.
Antiquit. Cap.
zrr.
supone que se postró
y
oró al Señor rostro por tierra.
3
¿Para que tú me hayas rraido y ele–
vado hasta el punto de grandeza en que
a
Psalm.
LXXXVIII•
.38.
H ebraeor.
1.
8.
lante de tu rostro
1
,
y tu thro–
no será firme para siempre.
17
Segun todas estas pala–
bras , y
segun
toda esta
vi~
sion , así habló Nathán a Da–
vid.
18
Y entró el Rey David,
y
sentóse delante del Señor
z,
y di.–
xo: ¿Quién soy yo, Señor Dios,
y
qué es mi casa para que tú me ha–
yas conducido
3
hasta este punto?
19
Mas aun esto ha parecido
poco en tus ojos, Señor Dios, pues
has hablado tambien de la casa
de tu siervo para tiempos distan–
tes ; porque esta es la Ley de
Adá~
4,
o Señor Dios.
20
¿Qué cosa
s
pues añadi–
rá aun David que pueda decir–
te? porque tú , Señor Dios, cono–
ces a tu siervo.
~
1
Por amor de tu palabra,
y
m,e veo hoy dia? Y como si esto no fue–
ra bastante , tratas ahora , Señor
,
de es•
tablecer mi casa en los siglos venideros.
4
Porque los.\lombres
,
siendo su vi–
da de corta duracion
,
no pueden ser
grandes sino en sus sucesores. Otros ex–
plican el nombre de
Ad:mz
no como ape–
lativo , sino como propio de esta mane–
ra: Te porras hoy conmigo como te por–
taste en el principio con Adam : le pro–
metiste la inmortalidad si permanecía Jiel
a tus palabras : y esto mismo haces hoy
conmigo , prometiéndome una eterna pos–
teridad. Otras
expo~iciones
de este lugat
se pueden ver en CALMET y en otros.
s En vista de esto , ¿qué cosa puedo
yo añadir para explicar mi gmitud y re–
conocimiento? O en vista de tanto co–
mo me has dado , ¿qué me queda ya que
desear o qué pedirte ? Vos, Señor, veis
el
fondo de mi corazon
,
y quán indigno me
reconozco de tan grandes favores.