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LIBRO SEGUNDO DE LOS REYES.
bat super has tam suam : porro
cu rrus et equites
app ~opinqua
bant ei,
7 Et conversus post ter–
gum suum , vldensque me vo–
·cavit. Cui cum respondissem:
Adsum:
8 D ixit mihi :
¿
Quisnam es
tu ? Et aio ad eu.m : Arnaleci tes
ego surn.
9 Et locu tus est mihi : Sta
super me , et interiice me , quo–
niam tenent me angustiae , et ad–
huc tota anima mea in me est.
JO
Stansque super eum oc–
cid i illum : sciebam enim quod
vi
ve re non poterat post ruinam:
et tul i diadema quod erat in ca–
pite eius , et armillam de brachlo
illius, et attu li ad te dominum
meum huc.
Ir
A pre endens autetn ;Da–
vid vestimerota sua scidi t , om–
~esque
vi · qui er nt culn eo,
12
Et planxerunt, et fieve–
runt, et ·ewna_"V'er:un usque ad ve–
speram -su.pgr Saul e super Io–
nathan filium eius et super Po–
pulum D omini ee super domum
t
MS. 8.
Acobdado.
F ERR AR.
Am–
/rido .
Sobre la punta de su lanza. En el
Cap.
xxx1.
4·
del r. de los
R eJ'CS,
y
en
el
1.
Para!.
x.
4· se dice que se arrojó so–
bre su espada : lo que sirve de prueba pa–
ra convencer de f.1lsa la narracion que ha-
ce aquí el Amalecita.
.
• Viéndose herido gravemente , su
exército ahuyentado,
y
los enemigos que
venian a caer sobre él.
3
Como si dixera : Mi alma se obstina
en
no
dcxar a este cuerpo miserable.
4
D t:spues del golpe mortal que se ha–
bia dado echándose sobre la punta de su
lanza : o que le acabarian los enemigos
que estaban ya sobre él. Esta excusa aña–
d ió el Amalecita, para que David no tu-
llé a Saul que se había echado
1
sobre su lanza: y lós carros y las·
caballerí~s
se acercaban a él.
7 Y volviéndose a mirar en
pos de sí, y viéndome me llamó.
Y habiéndole respondido: Heme
aquí:
'
8 Me dixo: ¿Quién eres tú?
Y le respondo : Yo soy Ama-
lecita.
·
·
9 Y él me dixo: Ven acá, y
mátame, porque me veo lleno de
angustias
2
,
y está aun en mí to–
da
mi
ánima
3, .
10
Y acercándome a él le ma–
té; porque veía que no podia vi–
vir
des pues de tal estrago
4 :
y
tomé la corona que tenia en su
cabeta, y el brazalete de su bra-
..zo, y te lo he traído acá a
tí
que
~res
mi señor
s.
1
David ent6nces cogiendo
sus vestidos rasgólos , y todos
l0s que estaban c·on él
6 ,
t2
'Y
se lamentaron , y llo–
raron,
~ ·ayunaron
hasta la tar–
de por Saul y por Jonathás su
hijo y por e} Pueblo del Señor
y por la casa de Israél , por-
viese cosa alguna que culpar en su hecho.
5
Esta es
la
relacion que hizo a David
el Amalecita, la qua! por rodas partes es–
tá respirando t:tlsedad
y
mentira ;
y
en
esto convienen la mayor parte de los In–
térpretes. Lo que parece mas probable es,
que este Amalecita siguió a Saul en la ba–
talla, y que viéndole muerto le despojó
por la noche de la corona y del brazale–
te ; y creyendo haterse un gran mérito
con David, lo llevó para presentárselo ro–
do , inventando lo que aquí cuenta en ór–
den a la manera con que le quitó la vida,
que al parecer es inocente.
6
Se daban gol pes en los pechos , lo
que era señal de un grande duelo ,
y
poc
esto le imitaron todos los de su Corre.