CAPITULO
XXX.
magnum : et non interfecerant
quemquam , sed secum duxerant,
et pergebant itinere suo.
3 Cum ergo
ve nissen~
Davi.d
et viri eius ad Civitatem , et
invenissent eam succensam igni,
et uxores suas et filios suos et
filias duétas esse captivas,
4 Levave.runt David et Po–
pulus qui erat cum eo voces suas,
et J?lanxerunt donec deficerent
in eis lacrymae.
.
5
Siquidem et duae uxores
David captivae duétae fuerant,
Achinoam lezrahelites , et Abi–
~
gail uxor Nabal Carmeli.
6 Et contristatus est David
valde : volebat enim eum Popu–
lus lapidare , quia amara erat
anima uniuscuiusque viri super
:filiis suis et filiabus : confortatus
est autem David in Domino
Deo suo.
7 Et ait ad Abia bar
ace~;dotem filium Achl.melech : Ap–
plica ad me ephod. Et a p.Lica–
vit Abiathar ephod d
avia ,
8 Et consuluit Bavid Domi–
num , dlcens :
¿
Perseguar latrun–
culos hos, et comp,ehendam eos,
• A
la
letra:
Hr~sta
que les faltaron
las
U,grimu.
Es una hypérbole f:uniliar a
Jos H ebréos.
Deuter.
XXVIII.
32.
6¡.
1&–
REM.
Tlirm. u.
11.
• Dios estando ya para elevar al thro–
no a D avid , quiere hacer la última prue–
ba de su fe
y
confianza. Aquellos mismos
que se habian mostrado ánres tan afeél:os
a su Caudillo , le acusan de traidor , o
por lo ménos de imprudente , por haber
dcxado sin socorro a Sicelég ; y están a
punto de deshacerse de él , para volver
despues de haberle apedreado a la obe–
diencia de su antiguo Soberano. Pero
D avid viéndose abandonado de los hom–
bres , se vuelve a Dios , se refugia en este
Tom.lli.
y
pequeños ; mas no mataron a
ninguno , sino que se los lleva ron
consigo, y se iban por su camino.
3 Luego pues que David
y
los
suyos llegaron a la Ciudad , y la
hallaron quemada, y que sus mu–
geres
y
sus hijos e hijas hablan
sido llevadas cautivas,
4 Alzaron sus voces David
y
la gente que con él estaba,
y
lloraron hasta que mas no pu–
dieron '.
5
Puestambiensehabian-lleva–
do cautivas las dos mugeres de Da–
vid, Aquinoam de
J
ezrahéJ,
y
Abi–
gaíl viuda de Nabál del Carmelo.
6 YsecontristóDavidengran–
de manera ; pues todo el Pueblo le
queria apedrear, a causa de .que el
corazon de todos estaba en una
grande amargura , cada uno por
sus hijos e hijas
2
:
mas David se
confortó en el Señor su Dio$.
7 Y dixo a Abiathár el Sacer–
dote hijo de Aquimeléch: Acér–
came el ephód. Y Abiathár acer–
có el ephód a David a,
8 Y consultó David al Se–
ñor
<~
,
diciendo:
¿
Perseguiré a
estos ladro¡,zuelos ,
y
los alean-
asylo como en fortaleza inaccesible ;
y
aquí fué donde halló su seguridad y su
reposo.
3
Tráeme el
ep~ód
para que te le vis–
tas delante de mí , y consultes al Señor;
pues el
revc~tirse
del ephód , y
b~cer
la
consulta al Señor eran oficios propiamen–
te Sacerdotales.
4
Por medio del Pontífice Abiathár.
Algunos quieren que fué David el que re–
vestido de l ephód, que mandó trae•· a A–
biathár, consultó al Señor. Pero el derecho
de llevar el ephód ,
y
de consultar al Se–
ñor revestido de él pertenecia al sumo Sa–
cerdote.
Exod. xv
111.
30. Véase a Es:flo
ill
hzmc /ocum
que confirma e5tl d,oél:rtna.
V