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8

LIBRO PRIMERO DE LOS REYES.

corde suo , tantumque labia illius

movebantur ' et vox

penit.us

ñon

audiebatur. AEstima

vit ergo

eam

Heli

temulentam ,

14

D i.Xitque ei:

¿

Usquequo

ebria eris ? digere paulisper vi–

num quo mades.

15

Respondens Anna : Ne–

quaquam , inquit , domine mi:

nam mulier

infelix nimis ego

sum , vinumque et omne quod

inebriare potest , non bibi , sed

effudi animam meam in conspe–

étu Domini.

16

.N

e reputes ancillam tuam

quasi unam de :filiabus Belial:

quía ex multitudine doloris et

moeroris mei locuta sum usque

in praesens.

17

Tune Heli ait ei : Vade

in pace : et Deus Israel det tibi

petitionem tuam quam rogas,ti

euro.

18

Et illa d" x¡it: tTtinam in-

v

veniat ancilla

tua gratiam

in

oculis tuis. Et ablit mulier in

viam su,am/ et comedit , vultus–

que illius non sunt amplius in

diversa mutati.

19 Et surrexerunt mane , et

• MS. 8.

Tom6la por sandía.

• Ana que había sufrido con tanta

pa–

ciencia los insultos de Phenena , acude al

T emplo

pa~a

buscar algun alivio a sus ma–

les , y todo parece que conspira para au- .

mentad os. Su virtud se ve expuesta a nue–

vas pruebas ; pero la sencillez y modera–

cion de su respuesta da may or realce

y

fuerza a su oraciou , }• es al mismo t iem–

po una grande leccion para nosotros.

3

MS. A.

D e fuerte ventura so.

4

Descubriendo al Señor su corazon

y

el ardiente deseo que tenia d e conse–

guir lo que le pedía.

5

.

Esra expresion quiere decir :

Silz

yu–

go

,

sm freno, siJl ley

y

sin conciencia.

interior , y solqmente movia los

labios , pero sin que se la oyera

palabra alguna. Creyó pues

He–

que había bebido • con exceso,

14

Y

díxole: ¿Hasta quándo

ha de durar tu embriaguez? di giere

un poco

el

virio de que estás llena

2 •

15

Ana le respondió dicien–

do :

N

o es así , señor mio ; por–

que soy una muger muy sin ven–

tura

3 ,

y no he bebido vino ni

cosa que pueda embriagar ; mas

he derramado mi ánima

4

en la

presencia del Señor.

16

No tengas a tu sierva co–

rno a una de las hijas de BeliálS: ·

porque el exceso de mi dolor y de

mi tristeza me ha hecho hablar

hasta esta hora.

17

HeH entónces le dixo: Ve–

te en paz; y el Dios de lsraél te

conceda la peticion que le has

hecho.

18

Y

ella respondió: Quiera

Dios que tu sierva halle gracia

en tus ojos

6 •

Y

la muger se f'ué

su camino ,

y

comió ,

y

su rostt:O

no se demudó mas en adelañ–

te

7 •

19 Y levantándose de maña-

6

P ara que dexes esta mala sospecha

que has tenido de mí , y ores al Señor;

y

que vea yo el cumplimiento

y

la efi–

cacia de

tu

oracion.

7

Como sucede freqüentemeote a los

que se ven angustiados y oprimidos de

violencia , de penas y aflicciones. D ios en–

X:l]gó las lágrimas de esta piadosa muger

suavizando la amargura de su corazon ,

y

ella quedó co nsolada como si viera ya

cumpl idos sus deseos. Estos son los efec–

tos que desde luego causa una oracion ar–

diente y fer vorosa en las almas piadosas

y atribuladas que preseutan su c01·azon al

Señor. Los

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