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LIBRO PRIMERO DE LOS REYES.
corde suo , tantumque labia illius
movebantur ' et vox
penit.usñon
audiebatur. AEstima
vit ergoeam
Heli
temulentam ,
14
D i.Xitque ei:
¿
Usquequo
ebria eris ? digere paulisper vi–
num quo mades.
15
Respondens Anna : Ne–
quaquam , inquit , domine mi:
nam mulier
infelix nimis ego
sum , vinumque et omne quod
inebriare potest , non bibi , sed
effudi animam meam in conspe–
étu Domini.
16
.N
e reputes ancillam tuam
quasi unam de :filiabus Belial:
quía ex multitudine doloris et
moeroris mei locuta sum usque
in praesens.
17
Tune Heli ait ei : Vade
in pace : et Deus Israel det tibi
petitionem tuam quam rogas,ti
euro.
18
Et illa d" x¡it: tTtinam in-
v
veniat ancilla
tua gratiam
in
oculis tuis. Et ablit mulier in
viam su,am/ et comedit , vultus–
que illius non sunt amplius in
diversa mutati.
19 Et surrexerunt mane , et
• MS. 8.
Tom6la por sandía.
• Ana que había sufrido con tanta
pa–
ciencia los insultos de Phenena , acude al
T emplo
pa~a
buscar algun alivio a sus ma–
les , y todo parece que conspira para au- .
mentad os. Su virtud se ve expuesta a nue–
vas pruebas ; pero la sencillez y modera–
cion de su respuesta da may or realce
y
fuerza a su oraciou , }• es al mismo t iem–
po una grande leccion para nosotros.
3
MS. A.
D e fuerte ventura so.
4
Descubriendo al Señor su corazon
y
el ardiente deseo que tenia d e conse–
guir lo que le pedía.
5
.
Esra expresion quiere decir :
Silz
yu–
go
,
sm freno, siJl ley
y
sin conciencia.
interior , y solqmente movia los
labios , pero sin que se la oyera
palabra alguna. Creyó pues
He–
lí
que había bebido • con exceso,
14
Y
díxole: ¿Hasta quándo
ha de durar tu embriaguez? di giere
un poco
el
virio de que estás llena
2 •
15
Ana le respondió dicien–
do :
N
o es así , señor mio ; por–
que soy una muger muy sin ven–
tura
3 ,
y no he bebido vino ni
cosa que pueda embriagar ; mas
he derramado mi ánima
4
en la
presencia del Señor.
16
No tengas a tu sierva co–
rno a una de las hijas de BeliálS: ·
porque el exceso de mi dolor y de
mi tristeza me ha hecho hablar
hasta esta hora.
17
HeH entónces le dixo: Ve–
te en paz; y el Dios de lsraél te
conceda la peticion que le has
hecho.
18
Y
ella respondió: Quiera
Dios que tu sierva halle gracia
en tus ojos
6 •
Y
la muger se f'ué
su camino ,
y
comió ,
y
su rostt:O
no se demudó mas en adelañ–
te
7 •
19 Y levantándose de maña-
6
P ara que dexes esta mala sospecha
que has tenido de mí , y ores al Señor;
y
que vea yo el cumplimiento
y
la efi–
cacia de
tu
oracion.
7
Como sucede freqüentemeote a los
que se ven angustiados y oprimidos de
violencia , de penas y aflicciones. D ios en–
X:l]gó las lágrimas de esta piadosa muger
suavizando la amargura de su corazon ,
y
ella quedó co nsolada como si viera ya
cumpl idos sus deseos. Estos son los efec–
tos que desde luego causa una oracion ar–
diente y fer vorosa en las almas piadosas
y atribuladas que preseutan su c01·azon al
Señor. Los
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