ADVERTE NCIA.
4
c:a. pen•ersa
y
des~rre
lada descuida ficilmente las propias obligaciones,
y
es
im~
posible qu;: atine con
s
máximas que pl'omucvan los verdaderos intereses del E s–
tado.
El
que no sabe gobernarse ni m?derarse a si mismo , mal podrá acertar con
los medios eficaces de gobernar , moderar y reformar a los otrqs. Es una locura
pensar que para ser grande es necesario ser iniquo·: es equiyocar y confundir el
vnl~r
con la soberbia , y la grandeza de ánimo con la jaél:ancia e insolencia. E l
abandono de la Religion y culto , y de la verdadera caridad , léjos de .ser dispo–
sicion para lo grande, lo es si bien se mira para lo mas vil e indigno de quanto
puede pensarse , y aun el principio y causa de rodas las vilezas , crueldades y ty–
ranías. Mas valeroso se mostró David huyendo tantos años de ser traidor a siJ
"
Rey , que quando derrotó exércitos enteros de enemigos. Acosado , perseguido
por las Ciudades , por los montes , por todas partes , aunque D ios le puso en la
mano
~a
venganza , pudiendo con ella abrirse fácilmente el camino a la Corona;
esto no obstante tuvo por horrible atentado extenderla contra su injusto y cruel
perseguidor ; porque era su Rey , y el ungido del Señor. Supo David vencerse a
si mismo ;
y
ganó con esto mayor viél:oria , que quando derribó a Goliárh ,
y
triumphó de todos sus enemigos. Porque no es lo grande lo mejor , quando se
llega a ello por medios viles : es lo grande lo mejor , quando por seguir lo justo
se desp¡;ecia e
g ne osi ad de :ÍI\imo lo que solo tiene apariencias de grande.
Ultimam
t a D
id y a su descendencia es a quien p¡·incipalmente mira quan–
to se conticnt: en est_Q§ Libros : a David , como a figura de
J
esu Christo , que es
el '{mico objeto de to
JIS
las Escrituras '
y
a su descendencia , como que de ella
debia nac
:r
el Christo segun
la
carne. Y esto es lo primero que deben tener. pre–
_scnte , y que nunca han de perder de vista los que se apliquen" a leer estos san–
tos Libros con deseo de entenderlos
y
de aprovecharse de ellos.
'r