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A P 1 T U L

'O

XXV l.

1

39

14 Dió votes David a la gen•

te, y a Abnér hijo de N er, dicien·

14 Ctamavit David ad Popu–

lum, et ad Abner tilium Ner, di–

cens: ¿Nonne respondebis , Ab–

ner? Et respondens Abner, aiti

¿Quis es tu qui clamas, et in–

quietas Regem?

'

15

Et ait David ad Abner:

¿Numquid non vir tu es? ¿et quis

alius similis tui in Israel? ¿qua–

re ergo non custodisti dominum

tuum Regem? ingressus est enim

unus de turba ut interficeret Re–

gem dominum tuum.

16 Non est bonum hoc quod

, fecisti: vivit Dominus, quoniam

filii mortis estis vos qui non cu–

stodistis dominum vestrum chri–

stum Domini: nunc ergo vide ubi

sit hasta Regís, et ubi sit scy–

phus aquae qui erat ad caput

eius.

17 Cognovit autem Saul vo–

cero David, et dixit: ¿Nu quid

vox haec tua, fili mi

D:~vid?

Et

ait David: Vox mea, domine mi

Rex.

18 Et ait: ¿Quam ob causam

dominus meus persequitur servum

suum? ¿Quid feci?,.¿aut quod est

malum in manu mea?

19 N une ergo audi, oro, do–

mine mi Rex, verba ser vi tui: Si

Dominus incitat te adversum me,

odQretur sacrificium: si autem fi–

lii

homi:num , malediéti sunt in

1

De este riesgo qne corrió la vida de

Saul, deben aprender los grandes Minis–

tros a

dcf~nder

y

guard.tr

con vigilancia

el sueño

y

necesario descanso de los Re–

yes ; pues no pueden dormir con seguri–

dad si ellos no viven despiertos.

En

todas

las Monarquías y R eynos del mundo pe–

sa muy poco el poder , la opinion , el va–

lor , la lealtad

y

la experiencia , quando

falta el cuidado necesario

y

la vigilancia.

Tom. Ill.

j

. do : ¿No me responderás , Ab–

nér?

Y

respondiendo Abnér , di–

xo: ¿Quién eres tú que das voces,

y

perturbas at Rey?

I

5 Y díxo David a Abnér:

¿No eres tú un hombre de valor?

¿y quién otro tal como tú hay en

lsraél ? ¿pues por qué no has

guardado al Rey

t~

eñor? pues–

to que ha entrado uno del Pueblo

para matar al Rey tu señor.

16 No está bien esto que has

hecho : vive el Señ0r, que sois

dignos de muerte vosotros que

no habeis guardado • a vuestro

amo el ungido del Señor : ·ahora

pues mira donde está la lanza del

R ey ,

y

donde está el vaso del

agua que estaba a su cabecera.

17 Y Saui reconoció la voz

de David,

y

dixo: ¿No es esta

tu voz., hijo mio David? Y res–

pondió David : Mi

voz

es , mi

Rey

y

señor.

r8 Y añadió: ¿Por qué moti–

vo persigue mi señor a su siervo?

¿Qué he hecho? ¿ o qué delito se

halla en mis manos?

19

Escucha pues ahora, te rue–

go,mi Rey

y

señor, las palabras de

tu siervo: Si el Señor te mueve con–

tra mí,recibaelolor de este sacrifi–

cio

2 :

mas si son los hombres

3 ,

mal-

Porque desde

luego me someto a

todo lo que gustare hacer de mí.

3

Los que os inspiran esta mala vo–

luntad y odio irreconcili.•ble , que os re–

duce a estos extremos , no puc:do ménos

de deciros que son muy culpables en los

ojos del Señor,

y

que recaerán sobre ellos

las maldiciones que pronuncian contra mí.

Merecen sin duda se•· arrojados de la

he–

redad del Señor , puesto que quieren e-

Sz