CAPITULO
XXV.
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24 Et ceci.dit ad pedes eius, ·
et d ixit: In me sit, domine mi,
hace iniquitas : loquatur, obsecro,
ancilla tua
i n auribus tuis : et
a udi verba famulae tuae.
25 N e ponat, oro, dominus
meus Rex cor suum super virum
is tum iniquum Nabal: quoniam
secundum nomen suum stultus
est, et stultitia est cum eo : ego
autem ancilla tua non vidi pue–
ros tuos, domine mi, quos misi–
sti.
26 N une ergo , domine mi,
VlVJt Dominus, et vivit anima
tua , qui prohibuü te ne venires
in sanguinem , et salvavit ma–
num tuam tibi: et nunc fiant si–
cut N abal
inimici tui, et qui
quaerunt domino meo malum.
27 Quapropter suscipe bene–
diétionem hanc, quam atltu
~tan
cilla
tua tibi , domino n;¡eo: ell
da pueris qui sequuntur te, do–
min um meum.
28 Aufer iniqu' tt.ttem famu–
lae tuae: faciens enim faciet Do–
minus tibi domi no meo dornum
fidel em, quía prae!ia Domini, do–
mine mi, tu praeliaris
a :
mali–
cia ergo non inveniatur in te om–
nibus diebus vitae tuae.
~
O la pena fulminada por esta ini–
quidad de mi marido.
• Esta palabra fa lta en el H ebréo
y
en los
Lxx .
3
MS. A.
Torticero. Nnbál
en H ebréo
significa
loco
,
11ecio
,
u hombre sin senti–
do : la palabra Latina
11ebulo
tiene alguna
alusion con ella. Abigaíl- procura excusar
la falta de su marido , atribuyéndola mas
bien a sus cortos alcances
y
escasez de
talento , que a la malicia o malignidad de
a Sup.
XVI .
18.
rt
XVII.
17.
24 Y ech6se a sus pies,
y
di–
xo: Recayga sobre mí , señor mio,
esta iniquidad': permitid, te rue–
go, que hable tu esclava; y no
rehuses dar oídos a tu sierva.
25 No haga caso el Rey
2
mi
señor , yo os lo ruego, de N abál,
de ese hombre iniquo
3 ;
porque
es un mentecato, como lo acred i–
ta su nombre ,
y
la locura está
con él : mas yo si
a tuya no vi,
señor mio, a los hombres que en–
viaste.
26 Ahora pues, señor mio, vi–
ve el Señor,
y
vive tu ánima , que
no quiso que vinieses a derramar
sangre, ni que te vengases por tu
mano : sean pues ahora como N a–
bál tus enemigos
4
,
y los que
bt¡scan hacer rríal a mi señor.
27 Por
tanto
acepta
esta
bendicion
s
,
que tu sierva te ha
traído a tí , mi señor ;
y
repár–
tela entre ias gentes que te si–
guen a tí, mi señor.
28 Perdona a tu sierva este
pecado ; porque seguramente el
Señor establecerá para
tí
una casa
permanente, por quanto tú, señor
mio , combates por el Señor :
y
no sea hallada culpa en tí en to–
dos los días de tu vida.
su corazon ; y las razones que ella expo–
ne son modestas , pero muy eficaces.
4
Sean tan flacos en tu presencia , co–
mo lo es N abál para poderte resistir.
s Así llamaban Jos Hebréos a los pre–
sentes que se hacian , porque regularmen–
te iban acompañados de bendiciones y de
acciones de gracias de parte de los que
Jos recibían. S.
PARLO
da el nombre de
eulog ias
y
bmdicio¡zes
a la limosna que se
da a los necesitados.
JI.
Corinth.
I X.
í.
6.