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CAPITULO XII.

73

6 Curo autetn produéturus

curo esset Herodes, in ipsa no–

éte erat Petrus dorroiens ínter

duos milites , vinétus catenis

duabus: et custodes ante ostium

custodiebant carcerero.

7 Et ecce Angelus Domini

astitit : et lumen refulsit in ha–

bitaculo : percussoque latere Pe–

tri, excitavit eum, diccns: Sur–

ge velociter. Et ceciderunt ca–

tenae de manibus eius.

8 D ixit autem Angelus ad

eum : Praecingere , et calcea te

caJigas tuas. Et fecit sic. Et di–

xit illi : Circumda tibi vesti–

mentum tuum, et sequere me.

9 Et exiens sequebatur I'IUm;

et nesciebat quia verum est quod

íiebat per Angelum : existimabat•

autem se visum v)Jjere.

10

Transeun~

autem pri–

mam et secundam custodiam,

venerunt ad portam ferream,

quae ducit ad Civitatem , quae

ultra

aper.ta

est eis. Et exeuntes

processerunt vlcum unum : et

continuo discessit Angelus ab eo.

1

r Et Petrus ad se reversus,

dixit: N une scio vere, quía rni–

sit Dominus Angelum suum, et

eripuit me de manu Herodis, et

de omni expeétatio• plebis Iu–

daeorum.

1

Gozoso Pedro por verse y a a punto

de ofrecer su vida por su amado Jesus,

donnia con

el

mayor sosiego en medio de

los sold:1dos que le guardaban. Este es el

sueño de los justos , que en medio de los

mayores trabajos dcscans:m tranquila–

mente en manos- de Ja DiYina Provi–

dencia.

2

_Et Angcl.

3

Unos creen qnc la d rccl estaba fue–

ra de la Ciudad ,

y

orros que esta era la

Tom. ll.

6. Mas quando Herodes le ha–

bía de sacar, aquella misma noche

estaba Pedro durmiendo ' entre

dos Soldados, atado con dos cade–

nas : y las guardas estaban delante

de la puerta gua rdando la cárcel.

, 7 Y he aquí sobrevino el

Angel del Señor , y resplandeció

lumbre en aquel lugar, y tocando

a Pedro en el lado, despertóle, y

dixo: Levántate pronto. Y caye–

ron las cadenas de sus manos.

8 Y dixole el Ángel : Ciñe–

te, y cálzate tus sandálias. E hi–

zolo así. Y díxole

2

:

Vístete tu

ropa, y sigueme.

9 Y salió ,

y

le iba siguien–

do ; y no sabia ,que fuese verdad

lo que hacia el Angel: mas pen–

saba que él veía vision.•

IO

Y pasando la primera

y

la segunda guardia, llegaron a

la puerta de hierro que sale a

la Ciudad ' , la que se les abrió

de suyo. Y habiendo salido pa–

saron una calle ,:

y

luego se a–

pariló de él el Angel.

II

·Entónces Pedro volviendo

en si\ dixo: Ahora sé verdadera"

q¡ente, que el Señor ha enviado su

Angel, y me ha librado de mano

de

Herode~

, y de toda la expec–

tacion del (llieblo 6e los Judíos

s.

reitera

y

última puerta de la cárcel

,

que

por ser de hierro era la mas fue/re.que te–

l1ian que pasar.

Pero ella

por SI nusma les

dió el paso libre.

4

.Saliendo del embeleso en que esta–

ba por las maravillas que habia visto,

conoció que aquello no era sueño ni

vi–

sion inrclcérual, sino realidad

y

verdad.

s

Y

de que y o , como pensaba Hero–

des , sirviese de expeé'tkulo a los Judíos,

no solo a los de Jcrusalcm , sino a todos

K