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EPISTOLA l. DEL APO STOL S. J UAN .

tum est : e t est peccatum ad

m o rtem .

18 Scimus quía omnis q ui

n atus est ex D eo , non peccat:

sed generatio D ei conservat

eum , et m ali g nus n on tang it

eum.

19 Scimus q uoniam ex D eo

sumus : et mund us totus in ma·

l ig no positus est.

;

20

E t scim us quonia m F i–

li us D ei venit ; et d ed it no–

bis sensum ut cognoscamus v e–

rum D e um , et simus in ve ro

Fi l io

eius. Hic est ve rus D e us;

et vi ta aete rna.

21

F ili oli, c ustodite vos a

simulacris. A men.

J:

T oda ·

~,:vsricia

, toda t ransgresion

de la L ey es

-~ ·roo;

mas no todos los ..._

pecados mortales s

e una misma na–

turaleza ; porque hay unos que son de

m uerte

,

esto es , que parecen irremisi–

bles :

y

o tros que dan mayor esperanza

d e que puedan ser perdonados.

2

E l

Espíritu Santo , que es el princi–

p io de la vida nueva que ha recibido , se

Ja

conserva con su omnipotente virtlld ;

y

h ace q 1,1e el es

1.íriru

maligno no Je

dé la

!_lluerte.

~n.

el

~ex

ro_

Gricg~

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J

11H;S

el que

l~n.

sido engendrado de Dios

,

se

gwzrdn

~L

sí mismo.

Lo que hace un

sen~

tido diferente , que se puede conciliar

m uy bien con el de

~Vulgata ;

porqu'<.

el hombre es e l que se

e~~~'"

en el!ecs–

tado de la justicia

,

por quanto

~

..·rsevera

en él por el libre alvedrío de su v

ntad:

y

el .Espíritu Santo es el que le conserva

e n él ; porque es el que d .t al hombre la

' 'oluntad

y

la fuerza de perseverar.

SAN

J uAN ,

en lo que dice aquí ,

y

en lo que

ha dicllo eo el Cap .

HT.

8. 9· ro . no quie–

re decir , que el J usto no puede perder la

justicia por el pecado mortal. El exemplo

de D:w id

y

el de San P edro hacen ver

que esto es posible ,

y

que sucede no

po~

cas veces. Mas lo que se sigue de estas

(

do ' :

y

h ay pecado que es de

mue rte.

18 Sabemos que todo aquel

q ue es nacid o d e' D ios , no peca

2

:

m as e l

n aci rn ie nto

qu e tie ne de

D ios le gua rda ,

y

el malig no no

l e toca .

19 Sabemos q ue somos de

Di os : y t odo el mundo está

pu esto en el malig no ' ·

20

Y sabernos que v ino e l Hr–

jo d e D ios ;

y

q ue nos d ió i nteli–

gencia para q ue conozcam os al

v e rdadero Dios ,

y

estemos

4

en

su verdadero Hijo. E ste es el ver–

d adero Dios ,

y

la vida eterna.

21

H ijitos m ios, guardaos de

. los ídolos

s.

A men.

1

palabras del Apóstol es , que la verdadera

justicia es incom patible con las freqüenres

recaíd:~.s

eu el pecado morral.

3

L a voz

malitJ;P

en el

N

uevo T es–

tamento significa ordinariamente

el dia–

blo

;

y

alguna vez el mal , el pecado

y

la

iniquidad : el sentido viene a ser el mismo.

4

P orque sabemos que el Hijo de Dios

vino ,

y

se encarnó por nosotros , pa–

deció , murió

y

resucitó : él nos tomó

consigo ,

y

nos dió perfeéta inteligencia,

p ara que conociésemos al verdadero D ios,

y

estuviésemos en su verd :tdero H ijo J csu

Christo. Este es el verdadero Dios

y

Ja

vi~

da eterna

y

gloriosa resurreccion gue es–

peramos.

H t L A R .

Lib. v r . de Trinit .

s

E l V ener:tble

lS.hoA

in /mue locwn

cree, que S. Ju:tn emiende aquí por ído–

los

Ja

heregí~a

avaricia

y

los · pecados

sensuales. P ero a lo que parece ,

fué

una

adv ·tenci:t que hizo a aquellos fieles,

vivian entre idólatras , p:tra que

con algun aéto externo no apoyasen o

aprobasen el culto idolátrico. L a pabbra

Amen

no se halla en muchos M SS. anti–

guos. Se cree probablemente , que haya

sido añadida, como en otras Cartas A pos–

tólicas , por la costumbre que habia en la

I glesia de con

el

uir con esta aclamacion la

Jcétura o publjcacion de dichas CartaS.