CAPITULO IV.
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D ei ; sed in m anifestatione ve–
ritatis commendantes nosmet–
ipsos ad omnem conscientiam
hominum coram D eo.
3
Quod si etiam opertum
est Evangelium nostrum ; in iis
qui pereunt, est opertum:
4
In quibus Deus huius
saeculi excaecavit mentes in–
ndelium ' ut non fulgeat
il–
l is illuminatio Evangelii glo–
¡riae C hristi , qui est imago
Dei.
5
Non enim nosmetipsos
praedicamus , sed Iesum Chri–
stum D ominurn nostrum; nos au–
tem servas vestros per Iesum:
6 Quo niam Deus , qui dixit
d e tenebris lucem
~plendescer~,
.. Para que delante
<\1
D ios puedan
dar testimonio de todo esto.
'1"
Porque oponiendo la malicia de su
cOrazon
y
la
perversidad de sus costum–
bres a las verdades que les anunCÍatnQ$,
no las
conocen ni
las
entienden;
y
así pe–
recen por su culpa , cerrando voluntaria–
mente los ojos a tanta luz.
3
E l demonio , a quien Jesu Christo
1lama
t>l Prfncipe de este mundo.
Así lo
i nterpretan
SAN
CvRrLo , EcuMENIO
y
S. T uoMAs. SAN JuAN
CnRvsósToMo
y
otros Padres refieren el
huius saeculi
a
iu~
jiM/ium
,
y
en este caso el sentido es:
In
']uibus
...
11lt'nUs injidelimn huius
saeculi;
en los quales D ios cegó los
e~tendimien
tos de los incrédulos de este siglo.
4
Porque el fin del Evangelio es der–
nmar por todo el mundo el nombre
y
el
conocimiento de Jesu Christo.
·
5
T . Gr. i.topá.w ,
:.·nvisible.
E l
Após–
.tol en este lugar mira a J esu Christo prin–
cipalmente como
Ja
imágen exterior de
Dios ,
y
considerado por sus acciones ex–
tCt'iores
y
en un sentido mysrico ; esto es,
por su doélrina , por sus obras , por sus
vinudes , por las quales D ios
lp dá
a co–
Jtocer a los·hombres ;
y
por relacion a e¡..
Tom.li.
randa la palabra de Dios; mas re–
comendándonos a nosotros mis–
mos a toda conciencia de hombres
delante de Dios • en la manifesta–
cion de la verdad.
3 Y si n uestro Evangelio aun
está encubierto; en aquellos que
:~e
pierden •, está encubierto :
4
En los c;¡uales el Dios de es–
te siglo
3
cegó los entendimien–
tos de los incrédulos , para quo no
les resplandezca la luz del Evan–
gelio de la gloria de Christo • , el
qual es irnágen de D jos
s,
5
Porque no nos predicamos a
nosotros mismos,sino aJesu Chds–
to Señor nuestro
6
;
y
q ue nosotros
SOOJOS
vuestros sier vos por
J
esus:
6
Porq<lle Dios,quedixo que de
las tinieblas
7
resplandecieselaluz,
ta
idea , eldemonio h:tce todo lo
q ue
pue...
de para impedir que los hombres apliquen
su atencion a estos medios ,
y
que crean
en el Evangelio, que es el único camino
p ara Jlcgar
al
verdadero
fin ,
6
Esta
es
la prueba del
-p.
2 .
Por–
que no buscamos nuestra gloria ni nues;–
tro interés en
la
prcdicacion del Evange–
lio , sino la gloria
y
el inrerés de
J
esu
Chrisr~
que predicamos.
Y
por lo que ro–
ca a nosotros, nos consideramos
,
no solo.
como siervos de C hristo , sino tambicn
vuestros ;
y
con esta considcracion nos
creemos obligados a emplearnos
y
dedi–
carnos , aunque sea
a
costa :de nuestra vi–
da, a procurar
p~ todo~los
medios vues.
tra
salud
y
remed1o.
7
Ames nos hallábamos en l:ls tinie–
blas como
t~dos
vosotros : mas así como
.- la crea.cion de las cosas mandó D ios,
que de las mismas tinieblas saliese la luz;
de
la
misma manera ' ha resplandecido
D ios en nuestros corazones , mediante
la
luz de la fe,
y
de los mysterios de J esu
Christo , para
que
por nuestro ministerio
fuesen tambien esclarecidos otros
en
el
conocimiento de
la
gloria
y
de la mages–
rad de
D ios
,
que divinamente
¡_e
deXa
X.'<: