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LOS HECHOS DE LOS APOSTOLES.
45 P ossessiones et substan–
t ias vendebant , et dívidebant
illa omnibus prout · cuique opus
era t.
46 Quotidíe quoque perdu–
rantes unanimiter in Templo , et
frangentes circa domos panem,
sumebant cibum cum exultatio–
ne et simplicitate cordis ,
47 C ollaudantes D eum , et
h abentes g ratiam ad omnem ple–
bem. D ominus autem augebat
qu i salvi fierent quotidie in id–
ipsum.
una sola voluntad. Todos poseían lo de
rodos ;
y
desterrado así el amor
ptOj?io
del corazon humano , que es la
raiz~c
rodos los males , imitaban
la
vida de los
Angeles en la tierra. CnRYSOsT.
in A Ba.
I-fom. vr
1.
1
Principalmente a las horas dcsrin:l–
das para
la
oracion ;
y
aunque se juntasen
ya en esta, ya en a9Jclla casa para cele–
brar sus
Agapes,
o para
par~cip:u
del Eu–
carístico Sacramenro , no por eso dexa–
ban de concurrir al T emplo a Jas horas
:tcostumbradas.
•
2
Como se empleaban en hacer bien
a todo el mundo ,
y
por otra parte ha–
cian una vida irreprehensible , no es de
extrañar que se arrebatasen hácia sí la
:uencion
y
enimacion de todos.
3
T . Gr.
ó
€,
x.~e>;o' 11"~cr,.ni.&c-t -r~u~ at.~l;;G
p.t~vs ~-&' ~.ulp:u T~ fu-M,.r~
,
y
el Señor
nñadia cada din n. la. lg!esi.-z aquellos
g_ue habian dt•
u r
.salvos.
L a gracia a
bu~-
45 Vendian sus posesiones
y
. haciendas ,
y
repartíanlas a to–
dos conforme la necesidad de
cada uno.
46 Y diariamente persevera–
ban de un á nimo en el T emplo':
y
partiendo el pan por las casas,
tomaban la comida con aleg ria
y
sencillez de corazon,
47 Alabando a Dios ,
y
ha–
llando g racia ·COn todo el pue–
blo •. Y el Señor aumentaba
ca~
da día los que se habian de sal–
va r en esta unidad
3 •
•
•
dante que habia derramado eL E spíritu
Santo sobre aquellos primeros , no podia
ménos de producir frutos copiosísimos en
sus corazones ;
y
por consiguiente se au–
mentaba cada dia mas
y
mas el
reb:~.ño
de
J esu Christo , entrando por la Fe
en la
sociedad de zm mimw cuerpo.
De donde
resulta , que solamente la unidad de la
l glcsia es la
qu!
puede dar segura con:_
fianza de poder llegar a la salud. ¡Dichosos
tiempos por cierto los primitivos de la
I glesia , en que el comun de los .fieles de,–
xaba que envidiar aun a los que al presen–
te hacen profcsion de haber renunciado al
mundo
y
a sus vanid:1des ! ¡Dichosos dias
en los que todos los Christianos
,
no per–
diendo de vjsra los votos
y
promesas que
habian hecho a Dios en su bautismo
,
se
aplicaban a cumplir con el mayor esmero
h s obligaciones que habian contraído,
creyendo que eran peculiares y propias
de
to~os
los
b?utizad~s !
.
1