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206

EPISTOLA DE S. PABLO A LOS ROMANOS.

modum peccans peccatum per

manda tu m.

14 Scimus enim guia Lex

spiritualis est: ego autem car–

nalis sum, venundátus sub pec-

cato.

·

15 Quod enim operor, non

intelli go ; non enim quod volo

bonum, hoc ago : sed quod odi

m alum, illud facio.

'

16 Si autem quod nolo ,

il–

lud fa cio: consentio L egi, quo–

ni am bona est.

17 Nunc autem iam non ego

operor illud, sed quod habitat

in me peccatum.

que el pecado se haga sobremaoc–

ra ·malig no por el mandamiento

1

14 P orque sabemos q ue la

Ley es espiritual • : mas yo soy

carnal ' , vendido debaxo del pe–

cado.

r

5

Porque lo que hago; no lo

entiendo ; porque no hago lo bue–

no que quiero

4:

mas lo malo que

aborrezco

s ,

aquello hago.

16 Y si lo que yo no quiero,

aquello hago : apruebo la Ley;

como buena

6 •

17 De manera que yo ya no

obro aquello ,

sino

el pecado que

mora en mí

1.

r 8 Scio enim quía

bitat in me , hoc est ,

non ha-

· 18 Porque sé , que no mora

in cap1e

en

mi

,

esto es, en mi carne , lo

~

• N o por cierto ;

m:~.s

D ios ha pet'mi,_c

t ido

que,¡,¡¡pecado ,

est.:1 inclinacion al pe–

cado que

mty

en mí_, me

oc~sionc

la muer..

te por el mandanuenro m¡smo , que es

bueno en sí,

y

que debia grangcanne la

:vida, si hiciese de él ul'l buen uso , ha–

ciendo

conocer

mc.jor a los hombres

lo

que es

el

pecado ,

y

hasta donde llega el

exceso de su malignidad

y

corrupcion;

como si se conociese la malignidad

y

cor–

rupcion de una enfermedad , que !n:ttase

a Jos enfermos con los mismos

re~edios;

Jos mas inocentes , los mas saludables

y

los mas capaces de (esrimirles b salud.

2

Y manda cosas espirituales

,

como

son el amor de D ios

y

del próximo ,

h

aversion al pecadR ,

y

el desapego de ro–

do lo carnal

y

~nsiblec:>

""

3

T engo inclinaciones carnales

y

di-'

reébunente opuestas a lo que b Ley orde–

na, gimiendo como escbvo J>axo la(,_ry–

ranía del pecado : reconozco lo que es

justo

,

condeno lo malo , a.prucbo lo bue–

no; mas con todo esto

voluntad per–

manece enemiga deJa

Ley,

y

esclava del

p ecado

y

de mis pasiones , si no la :'lsisre

]a

gracia de Jesu C hristo.

4

Por,que Jo quiero con una voluntad

lánguida ,

y

mas bien por un espíritu de

de temor

servil

que

~s

el

propio de la

Ley , que

por

el

de 1a

c:uidad

y

de la

verdadera libertad que pertenece al E van...

gelio.

No lo enti&do ,

o

uo lo apruebo.

5

Con una aversion endeble e ineficaz.

~sra

mism:t repugnancia que yo en...

clFeÍÍ'tro para haeer el mal , dá :\ entender

claramente que es buena la Ley que Jo

condena. H asta aquí ha mostrado el

Após~

rol , que la Ley quando

es

sola di lugar

a b abundancia del ¡ecado ; y ha hec!to

t:tmbien ver

la

ryrama que cxérce

la

con–

cupiscencia sobre aquellos que estando

d ebaxo de la Ley , conocen sus

obligacio~

nes sin amarlas. A hora vá a

represcnr:~.r

los combates que tiene

qu~

sostener el

l1ombrc , aun despucs de haber sido justi–

ficado por

Jt¡:

gracia, contra

la

concupis–

cencia , la qual hace conrínuos esfuerzos

para volver a tomar su antiguo imperio

y

dominio sobre

éJ

mismo.

1

Ahora que por la gracia de J esu

Christo he sido librado de la tyranía de la

concupiscencia que reynaba dcba\1\0 de

b:

Ley ,

no

S?Y

yo ya el que cometo el mal,

como en o_rro tiempo quando era peca–

dor , y qu:mdo consenria en los movi–

mientos dcsal'feglados que se excitaban

en mi carne ; sino la concupiscencia es

1a

que obra en mí , sin que yo dé mi con–

.seorimienro ni los miembros de mi cuerpo.