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186

EPISTOLA DE S. PABLO A LOS ROMANOS.

7 Si e"nim veritas Dei in

7 Porque si la verdad de

meo mendacio abundavit in

Dios por mi mentjra creció a glo-

g loria m ipsius: ¿quid adhuc .et ria suya; ·¿por qué soy yo

toda~

ego tamquam peccator iudicor?

vía juzgado com<;> peca_dor

1

?

8

Et non , sicut blasphe-

8 Y

no

z

,

como somos de-

mamur ,

et

sicut aiunt qui- nostados , y como algunos di-

dam nos dicere , faciamus

m

a- cen

3 ,

que decimos nosotros, que

la ut veniant bona : quowm hagamos males , para que vengan

damnatio iusta est.

bienes :

4

la condenacion de los

9

¿Quid ergo ? ¿ praecel–

limus eos? Nequaquam •. Cau–

sati enim sumus ludaeos et

Graecos orones sub peccato es-

se ,

10

Sicut scriptum est • : Q.uia

non est iustus quisquam :

II

Non est intelligens, non

est requirens D eum.·

#

quales es justa s.

.

9

Pues qué ¿tenemos noso–

tros alguna ventaja

6

sobre ellos :

E n ninguna manera. Porque ya

hemos convencido que Judíos

y

G éntiles están debaxo de pecado •

· IO

Así como está escrito

7:

No hay ninguno justo

8 :

2 I

No hay quien entienda,

no hay quien l!lusqúe a Dios.

~

ráél:cr de Juez supremO de los hombres

como lo es.

~

Esta es una continuacion del falso

razonamiento del

*.

5. Si mi error , mi

mentira

y

mi infidelidad miran derecha–

mente a dJ.r gloria a D ios , puesto gue así

hace alarde de su justicia

y

de su verdad;

¿por qué razon soy y o juzgado como reo

y

como pecador?

2

Sigue el Ap6stol respondiendo a los

J ud.íos ,

y

haciendo ver que lo que impu–

tan ellos a los C hristianos es una conse–

qiicncia necesaria del razonamiento del

verso precedente. El sentido es este : Si

Dios no 9s

dcb~Jastigq¡_"l:'~or

vuestra in–

credulidad

1

porque de ella le resulta glo–

xia, se sigue de aquí que no debe castigar

ningun pecado ; porque

n~ ~hay n~ngl!n.o

que no sirva par=r. hacer bnllar su

JUSf'kta

y

su misericordia :

y

por consiguiente que

debemos pecar mas y mas, sin hacer caso

del castigo , puesto que quanto mas peca–

rémos , tanto mas conúibuircmos a su glo–

ria. Esta conscqiiencia tan perniciosa , que

n ace de vuestro principio

1

es

el

mismo

error que vosotros con tanta injusticia im–

purais a los Christianos como una m:í.xima

o G nlnt. r r r.

:u.

muy

ab~inabit="'y

asÍ. no la podeis sos–

tener

~caer

en el mismo error de que

los acusais.

3

Pretendiendo que esta es nuestra

doéh ina ,

y

que la sostenemos como ver–

dadera.

4

¿Por qué no multiplicamos pecados,

para que de esta multiplicacion resulte

a

Dios mayor gloria?

5

Estos que nos calumnian t:m

i~us­

tamenre

1

y

que forman unos discursos

ran impíos , merecen ser condenados jus–

tamente.

6

¿NosoR los J udíos tendremos al–

guna vcnraja mas que los Gentiles en

la

verdadera justicia

y

dignidad delante de

D ios? De ninguna manera. , responde el

Apóstol ; porque todos sin excepcion so–

mos esclavos del pecado. \ Téanse los Ca–

p ítulos precedentes ,

y

los

i].~.

1.

5. del

presente.

1

El Apóstol sigue la version de los

Setenta.

8

Texto Griego

'&J't

ti~ ,

ni uno:

No

hay

uno que no sea pecador , o p9r

su

propia .accion , o por el vicio de su orí–

gen.

ú

Ps_a!tJ;.

~I

1

r.

.3·